@|Un estudio realizado por el Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (IDEC), constató la presencia de agrotóxicos en el 59% de una muestra de alimentos que examinaron.

Entre los veintisiete productos escudriñados había bebidas de soja, galletas, cereales matinales, chucherías (papas y tocino fritos), pan americano y pebetes.

Las fábricas implicadas –y muy conocidas- dijeron que la cantidad de agroquímicos presentes en sus alimentos están dentro de las cantidades máximas permitidas por la ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria).

Los herbicidas usados en la agricultura están hechos a base de glifosato y glufosinato, principalmente. Vale recordar que varias naciones y regiones de algunos países, como EE.UU., ya han prohibido estos herbicidas debido a la advertencia de la OMS, que en 2015 consideró al glifosato riesgoso para la salud humana. La investigadora Josefa Garzillo, del departamento de nutrición y salud de la Universidad de San Pablo, afirma que los contaminantes químicos llegan al sistema nervioso, provocando enfermedades neurológicas, alteraciones comportamentales y pérdida cognitiva.

Ante tanta información que corrobora los perjuicios del glifosato, es necesario preguntarse: ¿y qué hacemos los consumidores ante esta realidad de los alimentos industrializados?

Bueno, la cuestión no es para nada sencilla, porque además de los agrotóxicos, la industria alimenticia añade a sus productos manufacturados otras sustancias químicas como aromatizantes, conservantes y colorantes, además de grasas saturadas. Por lo tanto, para cuidar nuestra salud, y poder alimentarnos saludablemente, debemos recurrir a alimentos más naturales y menos industrializados. Si evitamos lo dañino, vamos hallando el camino de la buena alimentación.