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Un agradecimiento

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Un cardiodesfibrilador

Las cosas parecían complicarse. El cardiólogo aconsejaba el implante de un cardiodesfibrilador para prevenir males mayores.

Un aparatito caro, necesario para “vivir”, pero que la mutualista no lo cubría y el Fondo Nacional de Recursos lo negaba.

La única posibilidad que quedaba era iniciar un juicio de amparo al Fondo, abogados mediante y sentarse a esperar.

Para quienes no están habituados a los estrados judiciales y sólo “conocen” lo que les muestra alguna película o algún informativo de la televisión, donde hay abogados que cobran mucho dinero para defender personas que tienen mucho dinero, y donde sentimientos y valores muchas veces quedan relegados a un lugar secundario, puede resultar, lo reconozco, una idea un tanto desalentadora.

Aquella noche ingresamos con mi esposa al consultorio jurídico de la Facultad de Derecho. A los pocos minutos fuimos atendidos por el Dr. Juan Ceretta quien junto a su equipo escuchó atentamente nuestra historia.
Bastaron unos pocos segundos para cambiar desazón por esperanza, desaliento por seguridad. La mirada sincera de un hombre sencillo para el cual ayudar a un semejante era su único objetivo, alcanzaron para infundir confianza y seguridad.

Un equipo de trabajo que desde el primer momento se involucró de tal manera que a veces hasta cuesta creerlo.

Cuesta encontrar las palabras justas para describir el agradecimiento hacia todos estos “ángeles profesionales” que, en menos de dos meses, lograron algo que se veía como imposible.

El aparatito ya está implantado. Gracias Juan. Gracias Lía. Gracias Analía. Gracias Andrea.

Gracias por ayudarme a vivir.

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