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Agenda de derechos

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@|Quienes estudien la historia reciente, tendrán material en cantidades para relevar y con objetividad científica -propia de la verdadera Historia- podrán formular un relato para las actuales y futuras generaciones, que les permita conocer con veracidad y honestidad intelectual, cómo fueron los hechos y quienes –verdaderamente- brindaron sus desvelos (aún a costa de postergar intereses partidarios o personales) para fortalecer lo que ha dado en llamarse “agenda de derechos”. 

Agenda que, en la pasada campaña política, se insistió hasta el cansancio, que había que “defender” a toda costa, cerrándole el paso a la “restauración conservadora de la oligarquía”. Todo ello, como si esa “agenda” hubiera sido producto de este período pretendidamente “fundacional” de la coalición de partidos autodenominados “de izquierda” y “progresistas” y que, un senador electo y ex Presidente de la República, en un exabrupto verbal denostara públicamente, para luego desdecirse sin mayores consecuencias. 

Es que, no sólo su hasta ahora probada inimputabilidad, sino también la doble moral de muchos de sus compañeros, le consienten esas manifestaciones hasta ofensivas, de las que luego se desdice como si tal cosa. 

Es que el reconocimiento de derechos en beneficio de los que habitamos este suelo, viene gestándose desde los albores de nuestra nacionalidad y aún antes de jurarse la primer Constitución. Se gestan desde las Instrucciones del Año XIII, como “el derecho a la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable” mencionado por Artigas y se van consagrando luego en sucesivas Leyes y Constituciones hasta el presente.

Pues, mal que les pese a los partidos integrantes de la coalición, que resultó derrotada luego de tres lustros en el poder del Estado, ese conjunto de derechos no es ni por asomo “patrimonio” de su autoría, sino producto de una evolución social que ha admitido su consagración legislativa, que como siempre, va cronológicamente detrás de lo que primero ocurre en los hechos.

Esta “agenda de derechos” que por su vastedad, no podríamos mencionarlos a todos, conforman un “ser uruguayo” e implican sentir, que somos parte de esta pequeña pero gran nación, que aún en la diversidad de sus miembros, y de la fractura social que advertimos, estamos amparados por el sistema republicano y democrático de gobierno que los garantiza.
Una nación geográficamente ubicada en un continente del que no podemos escapar, pero muy distinta a nuestros vecinos.

Una nación heroica, que en 1980 supo decir No al Plebiscito Constitucional con el que los militares buscaban perpetuarse en el Poder y que en el 2019 dijo No a un cuarto gobierno del Frente Amplio, pese a todo el aparato estatal puesto a trabajar en favor de la fórmula oficialista.

La mayoría del Cuerpo Electoral se pronunció contra la inseguridad, la corrupción y la pérdida de oportunidades que supuso el no haberse hecho cargo de cumplir con lo prometido, habiendo tenido todo a su favor para lograrlo. Con la instalación del gobierno electo, se abre un tiempo de esperanza. Que el año que comienza, sea el inicio de una nueva era plena de realizaciones, para el bien de nuestra República.

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