@|Los médicos - y nosotros los psiquiatras en particular - sufrimos una gran presión diariamente para otorgar licencias médicas.

El exceso de complacencia del cuerpo médico genera grandes costos y un ausentismo laboral desmedido.

Las personas optan por una certificación psiquiátrica por dos motivos:

Los psiquiatras tratamos patologías que son crónicas y que no tienen una paraclínica que las pueda descartar. Y luego está el extendido concepto de que "el psiquiatra te manda caminar y salir cuando estás con depresión, no tenés que quedarte encerrado en tu casa".

Las causas verdaderas de la licencia solicitada son variadas: evitar una labor que nos disgusta, tener tiempo libre, postergar un despido (que tiene un reintegro que progresivamente menor en cambio la certificación médica es constante), muchos empleados públicos tienen un trabajo extra al que necesitan dedicarle más tiempo.

En muchísimas ocasiones - y cada vez más - intuimos que tras la solicitud hay una especie de revancha por decisiones de un jerarca que "me hace bulling".

En muchos casos, la penuria económica de la familia es conocida por el médico y es casi imposible negarse sin sentirse una mala persona.

En el interior, donde los médicos somos vecinos de los pacientes, la presión por complacer tal solicitud es mucho mayor. Pagamos todos durante meses a los vivos que se quedan en la casa y sobrecargan a sus compañeros de trabajo.

La inspección del BPS se suprimió hace años en la práctica diaria. Pero uno de los mayores problemas es el diseño del formulario que nos lleva directamente a licenciar por un mes (sin una tabla que equipare patología con días de licencia) que el médico no necesita fundamentar para prorrogar indefinidamente. Con sólo tildar un casillero le permitimos deambular todo el día sin necesidad de justificación, sin horario y cuantificar la necesidad del mismo en el tratamiento. Ya no estamos en épocas que nos permitan seguir tirando la plata tan alegremente.

Un formulario mejor diseñado tiene bajo costo y le ahorraría al país millones de dólares que no tenemos.