@|Cada día se hace más notoria la disyuntiva de organización social en cuanto a si los seres humanos debemos depender del Estado y esperar todo de él o si, por el contrario, es imprescindible encarar esfuerzos individuales y colectivos, por iniciativa de las personas, tendientes a generar desarrollo y bienestar a nivel general y particular.
El mundo demuestra con sobrados ejemplos - y varios muy cercanos y cada vez más numerosos en nuestra América Latina - del fracaso de países comunistas o socialistas populistas, en que la conducción del país y el poder está en manos de unos pocos individuos desde hace décadas o años (por ejemplo, Cuba, Nicaragua, Venezuela). Unos pocos poderosos viven muy bien y la mayoría de la población no cubre sus expectativas personales de crecimiento y felicidad.
Otros países y partidos políticos con enfoques similares - ahora llamados “progresistas” - procuran fomentar enfoques similares: el Estado ofrecerá subsidios “compradores” de votos, trabajos inútiles y sin aportes relevantes a la sociedad, ineficiencia y burocracia, perpetuación recurrente de unos pocos en la conducción de los países y similares. Y todo ello a costa de la contribución realizada por los habitantes a través de impuestos, tasas y afines.
Se escucha hablar de la “renta básica universal” (iniciativa que, sin dudas, tiene pros. pero también contras) y de “reformas fiscales” que no tienden a modificar y racionalizar la lógica de los impuestos con mejor distribución de la carga tributaria; sino que a agregar tributos adicionales a los ya existentes y, habitualmente, sobre los mismos “indicadores de riqueza”. En particular, en nuestro país ahora se habla de la posibilidad de reinstaurar el “impuesto a las herencias” por parte del partido de oposición y sus “académicos”.
Por ser propietarios de inmuebles pagamos impuesto al patrimonio, contribución inmobiliaria, tributos municipales diversos, impuesto de Primaria, impuesto a la transmisión inmobiliaria, etc.
Lo que se debe buscar es un país que crezca y se desarrolle educando a la gente y preparándola para un futuro del mundo que no tendrá nada que ver con la historia del pasado.
¡Urgente, hay que cambiar ya!