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Aplausos al policía de mi cuadra

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diego fischer
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Comenzó a verse, a notarse, y su presencia es celebrada por la enorme mayoría de los uruguayos. La Policía empezó a patrullar las calles de la capital y de casi todas las ciudades del interior.

Quienes hayan recorrido Montevideo en estos días, habrán comprobado que guardiaciviles, efectivos de la Repúblicana a caballo o en coche, transitan por los diferentes barrios. Personalmente los he visto en Ciudad Vieja, Centro, Punta Carretas y Tres Cruces. También he visto videos que circulan por las redes y que muestran a funcionarios policiales, pidiendo documentos de identidad.

Lo que más me impactó fue un video que muestra a un grupo de indigentes jóvenes que viven en la calle y a los que un policía les solicitaba, con corrección, que limpiaran la vereda en la que habían pernoctado la noche anterior y que habían convertido en un basural. “Si ustedes duermen aquí, corresponde que dejen el lugar limpio”, decía el funcionario con un gran sentido común.

También fueron muy elocuentes las imágenes difundidas por la televisión el jueves pasado, cuando el ministro del Interior, Jorge Larrañaga, dio la orden de comienzo a un operativo de saturación en la ciudad de Maldonado. Los vecinos que espontáneamente se aglutinaron en los alrededores de la Jefatura, aplaudían con entusiasmo a los representantes del orden público.

Es el comienzo de una nueva época, en que el gobierno que asumió el domingo pasado, sintonizando con un clamor popular, empezó a cumplir con lo prometido en la campaña electoral. Es cierto, es tan solo el principio y el camino será muy largo y empinado y estará lleno de dificultades, de tropiezos ¡Pero qué bueno que comenzó a transitarse! No es mano dura lo que se está aplicando, sino el cumplimiento de la ley. Es nada más, ni nada menos que el ejercicio de unas de las funciones primarias y fundamentales del Estado: proteger a los ciudadanos. Y yo agrego: empezar a devolvernos los derechos arrebatados en la última década y media en que, según las autoridades “el que no andaba en nada raro, no tenía nada que temer”.

No han estado ausentes las voces que ya critican la nueva política del Ministerio del Interior. Hablan de cercenamiento de libertades, de una vuelta a los años setenta. ¿Puede haber mayor pérdida de libertad que no poder caminar con tranquilidad por la ciudad? ¿Existe mayor angustia para un padre o una madre que no saber si su hijos volverán a su hogar desde el Liceo o la Universidad, sanos y sin haber sido objeto de una rapiña? ¿Qué mayor arrebato de libertad que sufrir un copamiento en su propio hogar a cualquier hora del día? ¿Qué lugar ocupa en el ranking de la pérdida de libertades, que un trabajador no pueda ir a tomar un ómnibus, sin correr el riesgo de ser asaltado o que un grupo de delincuentes atraquen a un comerciante y no conforme con lo que le roban, lo asesinen?

El domingo pasado, en el Uruguay comenzamos a vivir un nuevo tiempo, en el que el respeto y la protección a los derechos humanos será para todos. Un tiempo que, como dijo el presidente Luis Lacalle, luego de reunirse con el ministro del Interior y los 19 jefes de Policía de todo el país, “los uruguayos deben pensar que al levantarse puede haber un policía en su cuadra y no un delincuente solo”. ¡Enhorabuena!

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