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Cundió el mal ejemplo

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Tal vez usted haya tenido que hacer en estos días, una larga cola en alguna estación de servicio para cargar combustible. O haya recorrido el domingo y el lunes, sin suerte, buena parte de Montevideo para llenar el tanque de su coche. Es que los muchachos de la Federación de Ancap (Fancap) decidieron no hacer horas extras y -al parecer- el despacho de combustibles se sustenta en el trabajo fuera de horario del personal de la planta de la Tablada.

Tal vez usted haya tenido que hacer en estos días, una larga cola en alguna estación de servicio para cargar combustible. O haya recorrido el domingo y el lunes, sin suerte, buena parte de Montevideo para llenar el tanque de su coche. Es que los muchachos de la Federación de Ancap (Fancap) decidieron no hacer horas extras y -al parecer- el despacho de combustibles se sustenta en el trabajo fuera de horario del personal de la planta de la Tablada.

¿A qué se debe la medida gremial? A la resolución del directorio de Ancap de suprimir el servicio médico exclusivo que la empresa estatal tiene para sus funcionarios. Se trata de un beneficio que data de mediados de la década de 1950, es cierto. Según las autoridades de la empresa, el servicio cuesta US$ 4 millones al año. A partir de julio, el Directorio de Ancap resolvió suprimirlo y decidió que la cobertura médica de sus funcionarios se rija a través del Sistema Nacional de Salud y en una mutualista. Como cualquier otro trabajador público o privado de este país.

El tema tiene muchas aristas, pero todas ellas llevan a una misma conclusión: ¿quién financió a lo largo del tiempo este privilegio de los empleados de Ancap? Todos los uruguayos. En los últimos dos años, un día sí y otro también, Ancap es noticia. Comenzó a ocupar las primeras planas de los diarios, apenas asumió su segundo mandato el presidente Tabaré Vázquez, cuando nos enteramos de la quiebra de la empresa bajo la administración de Raúl Sendic. La farra, incluyendo la fiesta del siglo en la Tablada, costó más de US$ 800 millones. La semana pasada nos enteramos de los gastos con la tarjeta de crédito corporativa realizados por Sendic y otros exintegrantes del directorio de la empresa. En palabras del hoy vicepresidente, fueron para comprar “presentes” y prendas de vestir, en el exterior cuando -en algunas ocasiones- las valijas llegaron a destino después que los viajeros. Los presentes y las maletas demoradas de Sen-dic, costaron, en tres años $ 538.973 y US$ 38.325. Curioso ¿No? En este contexto, los empleados de Ancap se lanzan al ruedo con medidas de fuerza que afectan directamente a la población: falta de combustible y ponen en riego el suministro de supergás, cuando el frío empieza a hacerse sentir.

Supongo que a usted, como a mí, le surgirán algunas preguntas. ¿Hasta dónde llega la falta de contacto con la realidad de Fancap? ¿Sabrán que el salvataje de la empresa monopólica de combustibles y la totalidad de sus puestos de trabajo lo pagamos todos los uruguayos? ¿Estarán enterados que sus sueldos y privilegios y el déficit de la empresa en la que trabajan lo financiamos con los combustibles más caros de la región?

El gremio podrá argumentar que luchan por un derecho adquirido, aunque en palabras de la ministra de Industria, Carolina Cosse este presunto derecho “roza el privilegio”.

Es cierto, los trabajadores de Ancap no han tenido en las últimas administraciones buenos ejemplos que seguir. Quizá ello también haya contribuido a que perdieran el norte. Lo que queda claro es que los uruguayos, no estamos dispuestos a seguir soportando la prepotencia de unos pocos que defienden sus intereses. Tampoco estamos dispuestos a pagar fiestas de US$ 370 mil en la Tablada, ni costear los presentes y extravíos de valijas de los jerarcas de Ancap pagados con las tarjetas de crédito corporativas.

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Diego Fischer

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