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El voto por el cambio

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Washington beltrán
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Habrá balotaje el 24 de noviembre entre los candidatos Luis Lacalle Pou y Daniel Martínez, pero el festejo de la noche fue para el Partido Nacional y los partidos de oposición que apostaron al cambio de gobierno y orientación política.

Ellos fueron los grandes ganadores. Lacalle Pou mejoró la votación de los blancos, el Partido Colorado con Talvi a la cabeza cayó un poco y se agigantó la figura del debutante candidato de Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos para redondear una votación excelente a la que habrá que sumarle los aportes del Partido Independiente y el Partido de la Gente.

Es indudable que funcionó el voto castigo que ayer mismo le quitó al Frente Amplio sus mayorías parlamentarias automáticas. La ciudadanía hace tiempo que daba claras señales de hastío con las políticas oficialistas, a las que el Frente sumó un fórmula carente de atractivos, sin discurso creíble y sin capacidad de enamorar para esconder las falencias que dejaban los 15 años de gobierno ininterrumpidos, con mayorías regimentadas y automáticas.

El legado de José Mujica primero y la impresionante pasividad de Tabaré Vázquez después, se constituyeron en una mochila muy pesada que, intacta o peor, trasmitirán al próximo gobierno. Mujica dilapidó los abundantes recursos llegados con la bonanza a través de un cúmulo de desaciertos que hizo temblar las raíces de los árboles: con él llegaron el costoso capricho de Pluna, el desastre de la Ancap de Sendic, la velita al socialismo del Fondes con la secuela de empresas compañeras inviables (Envidrio, Alas-U y otras), el proyecto minero de Aratirí, el puerto de aguas profundas, la Regasificadora, los negocios con Venezuela y la defensa del dictador Maduro. Todo financiado con el dinero de los uruguayos y todos envueltos en distintos mantos de corrupción.

Y lo de Vázquez fue lisa y llanamente, nada. Hay una frase de Lacalle Pou que pronunció a mediados de 2016, cuando Vázquez llevaban poco más de un año, aplicable a cualquier momento de su mandato: “el gobierno está sentado en el bote mirando la vela a ver si levanta viento, en lugar de remangarse y empezar a remar para llevar al país hacia algún lado”. Vázquez pensó que seguía siendo el Gran Jefe del Frente Amplio capaz canalizar y ordenar todas las aspiraciones de su partido, que su sola presencia lo alineaba. Le erró feo: el mando constitucional era el mismo, pero el mando político estaba en disputa. Perdió de pique (recuérdese la reculada con la esencialidad de la enseñanza) y lo único que pudo hacer fue aumentar los impuestos y las tarifas públicas para pagar los sueldos del Estado y los agujeros de Mujica. Después, dejó que fueran cayendo las hojas del almanaque. Fue incapaz de remar y ni siquiera lo intentó.

Todo ello generó un abultado y endémico déficit fiscal, y el creciente endeudamiento del país, al tiempo que el formidable fracaso en todas las políticas de seguridad ciudadana encabezadas por Eduardo Bonomi, Jorge Vázquez (tan olvidado por momentos) y el candidato de Martínez a ocupar el Ministerio del Interior, Gustavo Leal, hacían insoportable la vida de los uruguayos.

Por el otro lado, el Partido Nacional se presentó como la gran alternativa para enfrentar los retos de estos tiempos: un candidato sólido y joven (Lacalle Pou cumplió 46 años en agosto), rodeado de un equipo de primer nivel, que con enorme realismo político trabajó desde el primer momento para impulsar un acuerdo nacional, con un programa de gobierno minuciosamente elaborado. El acuerdo nacional o la coalición de gobierno fue el gran latiguillo de su campaña que contrastaba, además, con el egoísmo exclusivista del Frente Amplio y sus políticas.

Lacalle Pou quedó nominado para pelear el balotaje el último domingo de noviembre y, como el hombre recoge siempre lo que siembra, ya adelantaron su apoyo incondicional dos de sus adversarios de ayer: Ernesto Talvi y Guido Manini Ríos, en tanto Pablo Mieres anunció que se entrevistará con Lacalle en los próximos días, pero su apoyo está muy cercano.

Párrafo aparte a “Vivir sin miedo”, el proyecto de reforma constitucional impulsado por el senador Larrañaga. Votó muy bien, pero no alcanzó a la mitad más uno de todos los votos emitidos. Fue un mensaje claro de que los ciudadanos sufren mucho la inseguridad, que deberá ser de una vez por todas la gran prioridad del próximo gobierno. No tendrá este instrumento, pero con ganas de cambiar y asumir que las víctimas del delito son los ciudadanos y sus familias y no los delincuentes, pueden obtenerse buenos resultados.

Anoche festejaron los blancos y más de medio país. Se viene el cambio de gobierno y ojalá que cambien también muchas cosas. Basta de grietas y exclusivismos. Es la hora de todos los uruguayos.

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