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¿Por qué cayó Sendic?

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Washington Beltrán
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El largo y penoso proceso de la peripecia de Sendic empezó a despuntar a comienzo de 2015, pocos meses después de las elecciones nacionales. La sucesión de balances negativos por parte de Ancap hicieron eclosión cuando se conocieron los números de la gestión 2014: 324 millones de dólares en rojo, que sumados a los 169 millones de dólares de 2013 y otros saldos negativos elevaban el agujero negro a los US$ 800 millones.

Esa realidad era alarmante, amenazaba seriamente el futuro del país y había que darla a conocer. Una oposición política apabullada en el Parlamento por mayorías automáticas jugó fuerte con la denuncia y la prensa, los medios de comunicación, con toda su libertad constitucional expresa le dieron a ese viento la gravedad de la tormenta que sobrevolaba a los uruguayos. Era demasiado dinero que se había esfumado y alguien debía reponerlo y ese alguien, lamentablemente, eran los ciudadanos con su carga —que sería más grande— de impuestos. "Los nabos de siempre" al decir de Tomás Linn.

Parlamento libre y libertad de prensa son ingredientes clave en una democracia. Sin ellos no existe. Las primeras medidas de los autoritarismos pasan siempre por abolir esas dos instituciones, por cerrar el Parlamento y amordazar a la prensa. Así pueden hacer lo que quieren y disfrutar de sus excesos impunemente porque sin información hay desconocimiento de todo lo que se hace. Más que nada de lo malo.

Pregúntese lector cómo se enteró de las pérdidas de Ancap y su magnitud, cuántas veces leyó o escuchó noticias y opiniones de lo que pasaba en Ancap. Eso fue y es así porque el artículo 29 de la Carta (introducido ya por el constituyente de 1830) establece que "es enteramente libre en toda materia la comunicación de pensamientos por palabras, escritos privados o publicación en la prensa o por cualquier otra forma de divulgación…". Y obsérvese que no dice simplemente que "es libre", sino "enteramente libre". Ello no es un pleonasmo o una redundancia que haya pasado inadvertido para el constituyente, sino una ratificación rotunda de esta libertad.

El mal uso del título de "licenciado" por el entonces Vicepresidente quedó tiempo después expuesto tras una investigación de El Observador a cargo de la periodista Patricia Madrid: Sendic no podía ser licenciado en Genética Humana en la Universidad de La Habana (y además graduado con medalla de honor) porque esa carrera universitaria no existe en la Universidad de La Habana. Punto final. Pero no: diez días después el mismísimo Plenario del Frente Amplio, el órgano máximo de ese partido político, emitió una declaración donde "rechaza la campaña desplegada por la oposición y diferentes medios de comunicación destinada a menoscabar la imagen y credibilidad de integrantes de nuestro gobierno, como así también debilitar la institucionalidad democrática del país". Es decir, cuando se dijo que Sendic no tenía un título que no tiene, los medios de comunicación estaban en campaña para "debilitar la estabilidad democrática del país". Demasiado olor a Venezuela.

La utilización de la tarjeta corporativa de Ancap para cuestiones personales fue denunciada por otra investigación periodística, en este caso Búsqueda (Raúl Santopietro y Guillermo Draper) y completada en el programa "Así nos va" de Radio Carve por las periodistas Patricia Madrid y Viviana Ruggiero (autoras del libro "Sendic. El regreso del hijo pródigo"). Después vino todo lo ocurrido en las últimas semanas, donde lo único rescatable fue el valiente fallo del Tribunal de Ética del Frente Amplio, que consideró que "la falta de responsabilidad ética y política (de Sendic) no deja dudas de un modo de proceder inaceptable en la utilización de dineros públicos".

Y entonces viene la respuesta a la pregunta del título: Raúl Sendic cayó porque aquí en Uruguay funciona un sistema republicano-democrático con sus instituciones y sus principios. Porque rige la Separación de Poderes y el Parlamento despliega —cuando puede— su función principal que es la de contralor del Poder Ejecutivo y allí están las comisiones investigadoras. Porque llegado el caso está la garantía del Poder Judicial, que podrá parecer el más débil de los tres poderes porque no tiene el mando de la fuerza de las armas ni el respaldo de un pronunciamiento popular. Sin embargo es el más sólido resguardo del imperio del derecho y el respeto a la Constitución. Es la Justicia; sus decisiones no se discuten, simplemente se acatan.

Pero sobre todo, Sendic cayó porque en este país, la prensa "es enteramente libre" e informa, da opinión y crea conciencia entre los ciudadanos de lo que ocurre, porque —al decir de Juan Bautista Alberdi— "es un derecho que el pueblo no delega y mantiene para sí". Controla y vigila a los mandatarios en el buen cumplimiento de sus tareas, denuncia sus apartamientos. Aunque les moleste a los gobernantes que creen que la historia ha hecho una larga pausa a la espera de su llegada al poder.

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