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Inversiones chinas

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Wang Gang
EMBAJADOR DE CHINA EN URUGUAY
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Las últimas tres décadas han sido testigo de un gran avance en las relaciones bilaterales en todos los sentidos, especialmente en la cooperación económica e intercambio comercial.

En 1988, año del establecimiento de nuestras relaciones diplomáticas, el comercio bilateral, concentrado principalmente en la lana, registró solamente US$ 124 millones, mientras que en la última década se ha extendido a muchos otros sectores como la carne, soja, madera, celulosa, lácteos y vinos, entre otros, trepando a cifras de unos US$ 5.000 millones anuales, 40 veces el monto de 1988. A partir de 2012, China ha sido siempre el primer socio y el mayor mercado de las exportaciones uruguayas.

Juzgado por las cifras per cápita, Uruguay se encuentra entre los primeros de la región en exportar hacia e importar desde China, lo cual demuestra los estrechos vínculos entre los dos países a pesar de la enorme distancia geográfica.

Según la Agencia Uruguaya de Cooperación Internacional (AUCI), China también es el mayor cooperante de Uruguay en los últimos años, con proyectos importantes como la construcción de una escuela primaria de tiempo completo en el barrio Casavalle de Montevideo, donaciones de equipamientos al Ministerio del Interior y al Sistema Nacional de Emergencias y muchas otras instituciones, equipos para teatros, patrocinio a las visitas y entrenamiento en China de los deportistas uruguayos, etcétera.

En el campo de la salud pública, los dos países también han venido apoyándose mutuamente. Uruguay fue uno de los primeros países en expresar su solidaridad con China después del brote de COVID-19 y realizar donaciones para combatirla. Un gesto amistoso que nuestro gobierno y pueblo han apreciado enormemente y han sabido retribuir con donaciones en insumos médicos a Uruguay tras su declaración de la emergencia sanitaria, compartiendo experiencias sobre la prevención y control de la pandemia. Nos sentimos sumamente orgullosos de poder aportar nuestro granito de arena al proceso de vacunación en Uruguay con nuestras vacunas Sinovac.

De cara al futuro, creo que las inversiones constituyen el sector con mayor potencial de crecimiento en nuestra agenda bilateral. La introducción de capitales extranjeros y la realización de inversiones en el ultramar son aspectos muy importantes en el crecimiento de la economía china en las últimas cuatro décadas y también uno de los pilares de la reforma y apertura de nuestro país.

Las inversiones en el ultramar son el resultado del desarrollo económico de China y también el requerimiento de su integración al sistema internacional. Iniciada en la década del 90 del siglo pasado, la promoción de las inversiones en el extranjero se ha convertido en un pilar de la política nacional de apertura integral de China. El Presidente Xi Jinping señaló, en el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, que las puertas de China al exterior no se cerrarán sino que, al contrario, se abrirán cada vez más. Centrándonos en la construcción de la iniciativa de la Franja y la Ruta, persistiremos en atribuir la misma importancia a la introducción al interior y a la salida al exterior.

En los últimos años, las inversiones de China en el extranjero vienen registrando un desarrollo sano y sostenido, con una continua expansión en su envergadura, ininterrumpida optimización de su estructura y sostenido mejoramiento de sus rendimientos. Según cifras del Ministerio de Comercio de China, hasta finales de 2019, las inversiones directas de China en el extranjero, una de las mayores a nivel global, alcanzaron los US$ 2,19 billones, ocupando el 6,4% en la cifra global de inversiones extranjeras directas. En el año 2020, a pesar de los impactos de la pandemia de COVID-19, el flujo de las inversiones directas de China hacia el extranjero ha podido mantener un crecimiento anual del 3,3%, registrando US$ 132.900 millones.

América Latina y el Caribe es el segundo destino de las inversiones chinas después de Asia. De las inversiones directas chinas en el ultramar hasta finales de 2019, US$ 436.000 millones corresponden a esta región. Aparte de centros financieros y fiscales como las Islas Caimán e Islas Vírgenes, se realizaron inversiones principalmente en países como Brasil, Venezuela, Argentina, Perú y Chile, entre otros. Los sectores de inversiones de mayor importancia en esta región han sido telecomunicaciones, software y servicios de tecnología informática, alquiler y servicios comerciales, ventas mayoristas y minoristas, servicio financiero e investigación científica y servicios tecnológicos.

También se ha invertido en proyectos en sectores como la industria manufacturera, minería e infraestructura, tales como Gree Brasil (fabricación de acondicionadores de aire), Shougang Hierro Perú S.A. (extracción de minerales de hierro) y Línea Belo Monte Brasil (transimisión de ultra-alta tensión de electricidad). Las inversiones chinas, como todas las inversiones, han generado mucho empleo local favoreciendo al bienestar social de la región.

Según estadísticas de esta Embajada, las inversiones acumuladas de China en Uruguay a finales del año 2019 no sobrepasaron los US$ 230 millones. Las empresas chinas han establecido una ensambladora de automóviles, invertido y adquirido frigoríficos, y se han dedicado a los servicios de transporte marítimo y de telecomunicaciones.

Aunque en comparación con las cifras globales y regionales las inversiones chinas en Uruguay todavía se encuentran en una etapa muy inicial, nunca ha faltado interés por parte de las empresas chinas en profundizar sus cooperaciones en inversiones. Creo que hay mucho por hacer en la promoción de estas iniciativas.

Primero, aprovechar al máximo el memorándum sobre la construcción conjunta de la Franja y la Ruta, que firmamos entre los dos países en 2018. Debemos reforzar, dentro del marco de este memorándum, la comunicación e intercambio de información sobre los planes de desarrollo de los dos países. También ayudar a las empresas de ambas naciones a encontrar, con más facilidad, los sectores y proyectos con más potencialidad, y resolver los problemas o dificultades que puedan surgirse en el proceso de concretar sus iniciativas. Así, podremos emitir una señal positiva, de certidumbre y previsibilidad, que necesita el empresariado.

Segundo, no hay que subestimar el efecto propulsor de los acuerdos y tratados, que mucho significan para el mejoramiento del ambiente de inversiones. Sabemos que Uruguay está empujando la flexibilización del Mercosur en el mecanismo de sus negociaciones, y mantenemos nuestra actitud abierta para un TLC, ya sea bilateral o con el bloque en su conjunto, cuando estén listos Uruguay y el Mercosur.

Sabemos que un acuerdo de este tipo aumentará la demanda de los productos en ambos sentidos, creará más accesos a mercados y oportunidades de negocio e inversiones, y corresponderá al interés general de nuestros pueblos. También podemos promover la suscripción de un acuerdo para evitar la doble tributación entre los dos países, que todavía no tenemos entre China y Uruguay, y seguramente ofrecerá más facilidades a las empresas que operan en ambos países y reducirá su carga tributaria. En 1993, habíamos firmado un acuerdo sobre la promoción y protección de inversiones que podría actualizarse para estar a la altura de las circunstancias, pues a partir de entonces ha corrido mucha agua bajo el puente.

Tercero, las cámaras y empresas de los dos países deben redoblar esfuerzos por mejorar el conocimiento mutuo y reducir los prejuicios que pueden ser un obstáculo para las inversiones. Los países se compiten por atraer más inversiones extranjeras, que son sinónimo de empleo y desarrollo. Y entre los factores que estudian los inversores para decidir dónde van a instalarse, la escala del mercado y el clima social para con los capitales extranjeros son dos factores de gran trascendencia. Estados Unidos, el mayor país desarrollado y la primera economía del mundo, también es el primer país en la captación de las inversiones extranjeras directas, aunque de acuerdo con la OCDE, China lo reemplazó en 2020 como el mayor receptor anual de inversiones extranjeras directas.

China, el mayor país en desarrollo y la segunda economía del mundo, utilizó, durante las cuatro décadas de reforma y apertura al exterior a partir de 1978, US$ 2,1 billones, ocupando el primer lugar entre los países en desarrollo durante cerca de 30 años consecutivos. Nadie duda de que las inversiones extranjeras directas jugaron un papel fundamental en el éxito económico chino, sobre todo, en la generación de empleos y la erradicación de la pobreza.

El hecho de que Uruguay es un mercado limitado de 3,5 millones de habitantes nos evoca a subsanar esta desventaja con un mayor esfuerzo, más incentivos y un ambiente más amigable para con las inversiones extranjeras. A modo de ejemplo, Singapur, muchísimo más pequeño que Uruguay, de apenas 724 kilómetros cuadrados, fue el tercer país que más inversión extranjera directa captó en 2019, US$ 54.000 millones, sólo después de EE.UU. y China, y por encima de Francia y Brasil.

Cito otro caso, hace poco hubo un proyecto pesquero en Montevideo de la empresa privada china Shandong Baoma Pesca, una inversión de US$ 210 millones, cifra cercana a todas las inversiones chinas acumuladas en Uruguay hasta la fecha. La misma generaría centenares de puestos de trabajo, lástima que el proyecto no pudo llegar a buen puerto, a pesar de que su dueño ha venido muchas veces a estudiar y promoverlo. El hecho emitió una señal bastante desalentadora a los empresarios chinos muy dispuestos a invertir en estas lejanas tierras orientales.

En comparación con el gran avance que hemos conquistado en el comercio bilateral, las inversiones chinas en el país todavía dejan mucho que desear, pues ocupan apenas, a grandes rasgos, una de las 10.000 partes de las inversiones chinas en el ultramar.

El turismo, la industria sin chimeneas, es uno de los pilares de la economía uruguaya. Cabe recordar que China es el mayor emisor de turistas a nivel global. En 2019, 155 millones de chinos salieron como turistas, con un poder adquisitivo varias veces mayor que el promedio mundial, pero hasta acá llegaron solo unos cuantos miles. Captar turistas chinos es captar inversores, el turismo es también una inversión no tradicional. Espero que Uruguay salga a captar inversores y turistas chinos con el mismo entusiasmo y premura como lo hizo con las vacunas chinas, pues unas salvan vidas y otros cambian vidas. Al fin y al cabo, esta es la clave que decide el éxito en captar inversiones hacia este hermoso país.

América Latina y el Caribe es una región promisoria dotada de ricos recursos naturales privilegiados con un gran porvenir de desarrollo. La cooperación bilateral en inversiones contempla grandes potencialidades y un brillante futuro en el marco de la importante iniciativa de la Franja y la Ruta. Dejémonos llevar por este viento favorable que nos sopla para conquistar mayores éxitos en inversiones de ganar-ganar, en beneficio de nuestros pueblos.

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