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La vacuna y el trabajo

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VICTORIA FERNÁNDEZ
HERRERA
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Son días duros para las relaciones laborales en Uruguay. La pandemia nos ha puesto a todos a trabajar a marcha forzada, y no siempre el estrés hace aflorar lo mejor de las personas y las organizaciones. Lo vimos recientemente.

Nuestro gobierno ha optado por un modelo de gestión de la crisis que pone el foco en el individuo, y al mismo tiempo que lo enaltece reconociéndole la plenitud de sus derechos dándole toda la libertad posible, coloca a la persona ante el problema de ser responsable. Nos pone a mujeres y hombres frente al espejo y nos hace entender que la responsabilidad es intransferible, y que depende únicamente de la voluntad individual, de cada uno de nosotros. Y que lo que nosotros hagamos traerá consecuencias con eventuales pérdidas que no podremos socializar. Por ejemplo: si yo no me cuido, y en mi entorno laboral o familiar contagio a alguien, la culpa será solamente mía por no haber tomado los recaudos, y no podré apelar a la solidaridad grupal para diluirla. La enfermedad sí es participativa y contagia mucho, por eso hay que enfrentarla con otros códigos.

Es fácil comprender cómo y por qué a algunos esto no les queda cómodo. Fueron muchos años de gobiernos entrometidos que se arrogaban la capacidad de inmiscuirse en la vida privada de las personas para decirles como debían comportarse y de que manera tenían que vivir sus vidas. No fumes, no pongas tanta sal en la comida, deja que tu plata te la administre el banco, etc. Todo eso, como es natural, fue marchitando la iniciativa individual de algunos colectivos y personas, al punto que ante una crisis como esta, reclaman a gritos que alguna autoridad les diga que hacer, cuando todos sabemos lo que hay que hacer. ¿O de verdad se necesita que el gobierno ordene lavarse las manos, ponerse bien el tapaboca, mantener la distancia, y moverse poco?

No son las autoridades las que nos salvarán de esta crisis. La responsabilidad es nuestra, de las personas. Por eso, ante tanto ruido, resulta necesario recordar de dónde venimos, cuáles son las capacidades que tenemos, y hacia dónde debemos ir.

En materia de relaciones laborales Uruguay es un país con larga trayectoria, es estable, con particularidades, pero sobre todo un país con reglas claras y jugadores serios. Son serias las cámaras empresariales, los sindicatos, y el Estado en lo que le toca intervenir. Y una de las materias en que nuestro país ha sido pionero es precisamente la salud, higiene, y seguridad en el trabajo. Y esto no ha sido así únicamente a golpe de ley. Ha sido así por el gran compromiso de las partes en construir relaciones de trabajo donde la salud y seguridad primen. Esa impronta debe reforzarse, y hacerse bien patente en este momento. Porque la salud en el trabajo siempre es mejor cuando las partes cooperan buscando las mejores soluciones. Hoy la vacuna contra el Covid 19 -junto con las conductas adecuadas- se presenta como el arma más eficaz para detener esta crisis. Las gremiales de empresas y los sindicatos deberían recomendar enfáticamente a sus asociados que promuevan y faciliten la vacunación.

No es necesaria una ley que la haga obligatoria. En la conciencia, cada uno de nosotros sabe que vacunarse es una obligación. Por uno mismo y por el país.

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