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Lo que nos define

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VICTORIA FERNÁNDEZ
HERRERA
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En algún momento de su devenir histórico todos los países enfrentan encrucijadas.

La forma en como cada uno resuelve sus dilemas existenciales colectivos tiene por una parte hondas raíces en el origen y desarrollo de cada nación, y por otra parte lo que se hace en cada momento define el ser nacional y de algún modo predetermina o condiciona el futuro.

A modo de ejemplo; Margaret Thatcher no tuvo muchas opciones ante la bravuconada del dictador porteño. ¿O acaso ella, con las responsabilidades a su cargo, liderando el Reino Unido, tenía otra salida que desplegar todas su fuerza bélica para terminar con el delirio argentino lo más rápido posible? ¿De verdad los argentinos por algún momento creyeron que podían ganar? ¿Es posible que alguien imaginara que una nación con mil años de historia, con centenares de batallas en sus libros, que dominó los mares, que conquistó gran parte del mundo, tendría la opción de amilanarse ante los gritos y la imprudencia de un militar megalómano?

Obviamente que no, una vez iniciada la ofensiva argentina, el Reino Unido no tenía otra opción que ganar la guerra. Los argentinos perdieron la contienda, pero antes de iniciarla ya tenían perdida su capacidad estratégica.

Es por ello, que las naciones, los países, deberían dar mayor trascendencia al foco que las respectivas sociedades deben poner en crear y desarrollar capacidad estratégica. Precisamente por lo que refería anteriormente.

La misma tiene anclaje en el pasado, pero la que se desarrolla en el presente constituye la base de futuro. La capacidad de una nación de pensarse y proyectarse estratégicamente debería además ser una cuestión de interés público que atraviese en forma vertical y horizontal a la sociedad civil y al sistema político para así constituirse en una cuestión de Estado, en una verdadera política de Estado.

Cuando comenzó la actual crisis sanitaria en el mundo, el gobierno anterior minimizo el riesgo dejándonos no solo a la intemperie material con relación a la misma, sino con nuestras defensas psicológicas bajas. No es lo mismo ver venir la ola, que la misma te caiga encima.

El gobierno actual reaccionó rápidamente a pesar del viento en contra que promovió la oposición.

Pero quizá el logro más importante que ha conseguido el gobierno en estos meses de pandemia, además de sobrellevar la misma con sensibilidad, sentido común, y de manera exitosa, ha sido el de recordarnos a los orientales que tenemos un origen distinto al del resto de nuestros vecinos, y unas formas también diferentes.

No nos hace esto mejores ni peores, simplemente distintos. Orientales, capaces de pensar primero en los intereses del país, capaces de entender que las crisis colectivas se resuelven entre todos. Capaces de poner el hombro todos juntos, de postergar las diferencias, de entender que somos una sola cosa. Que nadie es mejor ni tiene más derechos que otro. Que la lucha de clases es argumento de venta de unos pocos trasnochados.

Ver la velocidad en la vacunación y la democrática forma en que la misma se ha administrado, deberían servirnos de inspiración.

De inspiración para saber que hay un mañana mejor, y que solo depende de nosotros construirlo.

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