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Conflictividad laboral 2022

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VICTORIA FERNÁNDEZ HERRERA
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Como es natural, el contexto económico incide en las relaciones laborales.

Estas como construcciones sociales que son donde interactúan el Estado, y empresarios y trabajadores, precisando formas de acción, donde las estrategias utilizadas definen el nivel de confrontación y consenso entre las partes.

Tanto el 2020 como el 2021 fueron años en los cuales todos los actores de las relaciones laborales buscaron estrategias para convivir y sobrevivir a la pandemia. Existieron en este tiempo de emergencia sanitaria, momentos bien marcados, de mucha tensión, donde se atendió la urgencia, la incertidumbre, el miedo, atravesando la recesión, pérdida de empleos, la adaptación a protocolos y la adopción de nuevos hábitos laborales. El contexto económico es un clave indicador de una baja conflictividad laboral en el 2020, donde se tomaron medidas de apoyo a la actividad económica, el Estado intervino lo necesario generando instrumentos de soporte que a medida que la situación mejoraba fueron replegándose. Nunca es bueno dar demasiada seguridad ya que esta tiende a inmovilizar a las personas y a las estructuras productivas.

Durante el 2021, en virtud que la situación sanitaria del país mejoró, se volvió a la presencialidad en muchos sectores donde se había optado por teletrabajar, el mercado de trabajo creció y se recuperó de cierto modo, por lo que el dinamismo de la conflictividad laboral también se vio en aumento. Para las organizaciones sindicales siempre es más fácil organizar ambientes de trabajo colectivo, algo que la virtualidad complica. Temas relevantes como la novena ronda de negociación colectiva, la reforma de la seguridad social, el referéndum por la Ley de Urgente Consideración, la Rendición de Cuentas, las modificaciones de la ley de negociación colectiva frente a OIT, la personería jurídica de los sindicatos y Congreso del Pit-Cnt con cambio de dirección fueron centrales para las relaciones laborales del 2021 y años siguientes. Dichos temas -algunos de los cuales habían sido postergados por la emergencia sanitaria y ahora están apareciendo en escena- generarán conflictos dado que en varias oportunidades los diferentes actores han expresado sus diferencias al respecto.

Nos toca encarar esta etapa distinta de la pandemia, este 2022 se determinara básicamente por dos factores: cambios de hábitos, conductas, y estrategias en las estructuras productivas, en el comercio y en los servicios generados por la crisis, y la necesaria adaptación del régimen laboral a esta nueva realidad.

La cuestión sanitaria aceleró los cambios que se veían venir un tiempo atrás. La digitalización del comercio y la pujanza de las transacciones electrónicas han marcado un gran desafío. El advenimiento de una realidad así, verdaderamente revolucionaria no puede ser atendido por un régimen laboral que está atado a una visión anticuada que solo se resiste a no evolucionar, es necesario que el derecho laboral se modernice y comprenda que sin flexibilidad no hay protección posible. Los empleos continuarán transformándose y esto generará nuevos conflictos laborales.

Como sociedad, debemos ser capaces de postergar las diferencias, y de entender que somos una unidad. Que nadie es mejor ni tiene más derechos que otro. Que la lucha de clases es argumento de venta de unos pocos, que las relaciones laborales deben ser más flexibles, más justas y ecuánimes, y así abrir la puerta al desarrollo. Hay un mañana mejor, y solo depende de nosotros construirlo.

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