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Vamos bien

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FRANCISCO FAIG
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Uno de los motivos claves por los cuales el pueblo votó en 2019 una alternancia en el poder fue terminar con el pésimo balance del Frente Amplio (FA) en materia de seguridad pública. Y ya hay buenos resultados.

Para medir los cambios en la seguridad pública se toma la evolución de las denuncias de homicidios, hurtos y rapiñas. Si bien no es una fotografía perfecta -hay muchos hurtos que no se denuncian, por ejemplo, y también podría incluirse en la lista la violencia doméstica-, se trata igualmente de un buen termómetro de una realidad que, durante la era frenteamplista, fue cada vez peor. La propia izquierda así lo reconoció tácitamente en la campaña de 2014, ya que se comprometió a reducir las rapiñas en un 30%. Y no tuvo éxito alguno, por cierto: de 2014 a 2019, ellas aumentaron.

Como en la coalición republicana (CR) ninguno masca vidrio, el elenco gobernante tiene muy claro que el desafío político mayor y más urgente es mostrar resultados positivos en seguridad pública. De nada sirve hacer reformas estructurales y de largo plazo, si el cotidiano de la gente sigue sufriendo el infierno de inseguridad que caracterizó al final de la era frenteamplista. Así las cosas, la decisión de garantizar total transparencia en la presentación estadística de las cifras, conservando incluso al mismo equipo que las producía en tiempos del FA gobernante, fue muy acertada, ya que volvió ridículo cualquier pretendido cuestionamiento izquierdista en este sentido.

Si bien es cierto que la particularidad de este año de pandemia puede interferir en un análisis ideal de gestiones del FA y de la CR, por causa de la semiparalización de marzo-abril y de la inevitable baja de la actividad económica, la verdad es que los resultados comparados de los períodos 1° de marzo-30 de noviembre de 2019-2020 son muy favorables a la gestión de Larrañaga en el ministerio del Interior. En efecto, los tres delitos bajaron sustancialmente: 17% homicidios, 9% rapiñas y 18% hurtos.

Para el caso de los abigeatos, que tanto daño hacen al entramado social y productivo del Interior, la baja es espectacular luego de la entrada en vigencia de la ley de urgente consideración (LUC): en la comparación noviembre 2019-2020, hubo casi 30% menos. También, con esa LUC ya vigente que la CR votó, entre otras cosas, para dar más herramientas a Interior para mejorar su gestión, las bajas de rapiñas (11%), hurtos (19%) y homicidios (38%) durante noviembre de 2020 con respecto a noviembre de 2019 fueron aún más pronunciadas que las del período marzo-noviembre.

Los datos son inapelables y admiten al menos dos reflexiones. La primera es que se podían mejorar drásticamente los resultados en seguridad: era algo sobre lo cual insistieron durante 15 años blancos y colorados en la oposición, y que ahora se está demostrando. La segunda es que la alternancia era muy necesaria y que la elección de Larrañaga para Interior fue muy criteriosa: quienes lo conocen saben que es alguien de carácter, fogueado en la tarea ejecutiva y tremendamente trabajador. Ese perfil lo predispone naturalmente a enfrentar con decisión el mayor desafío de gestión que recibió la CR el 1° de marzo pasado.

Falta mucho por mejorar aún. Pero importa tener claro que vamos bien.

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