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Setenta y cinco años después

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Hace 75 años, en Europa se preparaba algo que a los comunistas no les agrada recordar. Hábiles maquilladores de la historia, suelen ajustar ésta a su conveniencia. Pero hay un hecho que no es fácil hoy adulterar: se acercaba el 19 de agosto de 1939, fecha en que los gobiernos de Alemania Nazi y la Unión Soviética firmarían el primero de una serie de acuerdos. Este era el de temas económicos. El día 23 fue suscripto el tratado de no agresión “deseosos de fortalecer la causa de la paz” entre ambas naciones.

Hace 75 años, en Europa se preparaba algo que a los comunistas no les agrada recordar. Hábiles maquilladores de la historia, suelen ajustar ésta a su conveniencia. Pero hay un hecho que no es fácil hoy adulterar: se acercaba el 19 de agosto de 1939, fecha en que los gobiernos de Alemania Nazi y la Unión Soviética firmarían el primero de una serie de acuerdos. Este era el de temas económicos. El día 23 fue suscripto el tratado de no agresión “deseosos de fortalecer la causa de la paz” entre ambas naciones.

Hay una famosa foto de aquella ceremonia. Se ve a los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, V.I. Molotov y de Alemania, Joachim Von Ribbentrop junto a José Stalin, debajo de un retrato de Lenin. Aquello puso en serias dificultades a los comunistas del mundo entero, desde París hasta Montevideo, ya que el régimen nazi pasaba como por arte de magia de ser enemigo a ser amigo de su numen inspirador: la URSS. Los partidos comunistas a lo largo y ancho del mundo se vieron en la necesidad de hacer y decir cualquier cosa para justificar a la camarilla moscovita.

El acuerdo económico establecía que los soviéticos le suministrarían alimentos y materia prima a los nazis, a cambio de bienes manufacturados. El tratado de no agresión no sólo era eso sino que contenía un inquietante “protocolo secreto”. Tan secreto que en ese entonces nadie pudo saber con certeza qué era y el gobierno ruso negó su existencia durante medio siglo. Hubo que esperar hasta el resquebrajamiento del régimen soviético para que en 1989 se pudiera conocer cómo las dos dictaduras (la nazi y la del “proletariado”) establecían allí cómo iban a despedazar y repartirse naciones enteras. Entre ellas y muy notablemente, Polonia.

Lo de Polonia merece especial atención ya que demoró apenas unos días en concretarse. El primero de setiembre de 1939 este país fue invadido por los alemanes desde el oeste y el 17 del mismo mes por el Ejército Rojo desde el este. La tragedia del Ghetto de Varsovia fue uno de los episodios subsiguientes. También la masacre de Katyn, enfocada hace pocos años por el filme “Katyb” del famoso director Andrzej Wajda quien dejó al desnudo la mentira soviética de que aquella matanza de miles de oficiales polacos había sido una acción nazi concretada en tres campos de concentración.

El 5 de marzo de 1940 el Politburó soviético ordenó la ejecución de los “nacionalistas y contrarrevolucionarios polacos” por ser “hostiles al poder soviético”. En realidad no fue hasta que llegó la Perestroika de Gorbachov, que se supo que la versión oficial de que la masacre había sido obra de los alemanes, era falsa. En esos tiempos estaba prohibido siquiera dar a entender que la historia era diferente. Recién el 19 de abril de 1990 la agencia noticiosa soviética TASS confirmó que la policía secreta rusa había matado a aquellos patriotas cuyo número exacto aun no se conoce. Lo de Polonia colmó la paciencia de los gobiernos francés y británico. De inmediato comenzó la Segunda Guerra Mundial y Hitler, tal vez entusiasmado por sus victorias iniciales, afortunadamente cometió el error de atacar en 1941 a la URSS, con lo que el pacto nazi-soviético se diluyó.

¿Cuál habría sido el curso de la guerra si Hitler no hubiera cometido aquel error, impulsando a los comunistas a apoyar las democracias?

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Álvaro Casal

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