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Los museos desafiados

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Con “Día de los Museos” y “Museos en la Noche” como polos de atracción museística durante el año corriente, vemos que los 231 museos existentes en Uruguay (65% del Estado, 30% privados y 5% de administración mixta) van cambiando sus enfoques más y más.

Con “Día de los Museos” y “Museos en la Noche” como polos de atracción museística durante el año corriente, vemos que los 231 museos existentes en Uruguay (65% del Estado, 30% privados y 5% de administración mixta) van cambiando sus enfoques más y más.

Cuando evocamos lo que era el nacimiento de un museo allá por el novecientos y lo que es hoy, advertimos que estamos a años luz de, por ejemplo, los orígenes del museo histórico nacional, que albergaba en aquel entonces apenas alguna espada, trabucos y la chaqueta ensangrentada de Flores. Esto se acentúa frente a las posibilidades que abren museos como el de Artes Visuales, que en una reciente exposición sobre Carlos Federico Sáez hasta armó un aposento como era el del artista en su tiempo.

Pero, atención: no todo suena tan positivo. El Museo de Historia Natural hace 16 años que no tiene un sitio donde mostrar su colección. Dos de los cuatro museos nacionales, dependientes del Ministerio de Educación y Cultura, están cerrados. El Museo Nacional de Antropología, que sí cuenta con sede propia, hace cuatro años que permanece sin dar acceso al público. Y estos son solo algunos ejemplos nuestros, que hacen más fuerte la necesidad de dar respuesta a interrogantes como la siguiente: ¿qué debe ser hoy un museo? Entrelazada con otras preguntas que así formula María Paula Zacharías: ¿cómo convive la preservación con la función de intervenir en los debates contemporáneos? ¿Deberían los museos integrarse a la lógica del mercado o permanecer en la del arte ilustrado? ¿Cómo hablarle a un público activo e informado? Seb Chan, experto en tecnología para museos, plantea la pregunta ¿qué es hoy un museo? Y la contesta así: “Es un espacio social, comunitario, un santuario, un centro de actividades, un refugio y un almacén del tesoro público. En ocasiones, todo a la vez. El mayor reto es tratar de ser relevantes para la comunidad, en un momento en el que la información se encuentra en la punta de los dedos, los ciudadanos están cada vez más pobres de tiempo y el patrimonio está muchas veces bajo amenaza física”. Y concluye: “Van a surgir nuevos tipos de instituciones privadas y públicas que replicarán las funciones tradicionales del museo. La única constante será el cambio, y los más flexibles y resistentes prosperarán”.

No cuesta mucho esfuerzo imaginar esta flexibilización en lugares como el espacio industrial de Fray Bentos, recientemente galardonado como patrimonio de la humanidad, siguiendo el rumbo marcado en este país por Colonia del Sacramento. Según museólogos como Stephen E. Weil, los más exitosos son y serán aquellos que pasan “de ser museos sobre cosas a ser museos para personas”. Según expuso en artículo publicado en “La Nación” por el antropólogo argentino Néstor García Canclini, entran en juego tres claves. Primero la de la tecnología: “las redes son clave para articular el museo con el mundo, aunque hay quienes señalan las desigualdades de acceso”. En segundo término, el público: “La actitud contemplativa es rara. Los visitantes están informados, demandan interactividad y debates actuales”. Tercero, la del pasado y el futuro: “muchos museos se encuentran atrapados entre su rol de preservación y el de ser significativos para su época”.

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