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Tiempo de “motochorros”

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Es imperioso prohibir las motos? Tal el título de página entera que se permitió publicar una revista europea especializada en el tema birrodados, ante la preocupación que en el viejo mundo suscitan los accidentes y otras desventuras derivadas del uso de los mismos.

Es imperioso prohibir las motos? Tal el título de página entera que se permitió publicar una revista europea especializada en el tema birrodados, ante la preocupación que en el viejo mundo suscitan los accidentes y otras desventuras derivadas del uso de los mismos.

Cabe preguntarse qué título imprimirían si se ocuparan de lo que acontece en Uruguay, donde los problemas desbordan la temática de los accidentes de tránsito, con resultados de heridos y muertos.

Todo ello en parte debido a la multiplicación de las motocicletas que hoy se venden al ritmo de casi 80 mil al año, encontrándose al alcance de público de recursos limitados. Esto deriva hacia circunstancias de uso preocupantes, como por ejemplo el manejo por personas que no tienen la destreza deseable para esta clase de conducción. O bien el caso de conductores con destreza pero que confían demasiado en ella y se lanzan por calles y caminos muy a menudo sin casco, en actividades como la de reparto, viéndoseles pasar despreocupadamente, a contramano, a velocidad excesiva o transportando hasta tres o cuatro personas, equipaje y tal vez también una mascota. Más arriba señalábamos que los problemas hoy frecuentemente superan la esfera de los accidentes. No hay día en el cual motociclistas no sean ejecutores de agresiones armadas (de esas comúnmente denominadas “ajustes de cuentas”) donde con armas de fuego se concretan ataques de estas características. Y hay otras agresiones que adquieren rasgos de epidemia siendo ellas las protagonizadas por asaltantes conocidos como “motochorros”. Sujetos de los cuales el pasado 31 de enero El País brindó este perfil: “Jóvenes, con antecedentes penales por delitos menores, los motochorros utilizan motos armadas con piezas de otras que fueron robadas o las compran a precios irrisorios en el mercado negro. En la gran mayoría de los casos, los arrebatadores salen de a dos a robar. Uno espera con la moto encendida y su acompañante le arranca la cartera o una joya a la víctima. Luego el acompañante se sube a la moto y el conductor acelera. En ocasiones los delincuentes son atrapados porque se accidentan al querer escapar a alta velocidad de un lugar. El casco es una ventaja para ellos: dificulta su reconocimiento en el juzgado”.

Las víctimas de los motochorros son en su mayoría mujeres, desde jóvenes hasta ancianas, victimizadas a cualquier hora, aunque los investigadores han comprobado que priman los arrebatos con motos en el horario laboral.

Estamos muy lejos de los tiempos en que allá por 1910 se asomaron al tránsito uruguayo los primeros artefactos motorizados de dos ruedas. Más cercanos y recordables se hallan aquellos días en que motos, motonetas, scooters y ciclomotores eran generalmente usados aun sin casco pero con el respeto debido para con máquinas que lo merecían tanto en el uso deportivo como en el del tránsito vehicular. Tiempos en que cuando se pensaba en un motociclista aventurado se evocaban, como mucho, los motociclistas que deprisa llevaban de un cine a otro, los rollos de película que permitían, con ese transporte urgente, la ininterrumpida proyección de los “continuados”.

Estas realidades podrían fácilmente llevarnos al pensar que todo tiempo pasado fue mejor. No es así. Pero sí es de esperar que el tránsito con uso de vehículos motorizados de dos ruedas sea controlado más estrictamente.

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