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Un hombre múltiple

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La grandeza de un personaje se mide en relación a la historia de su vida. En este caso nos referimos al español Jorge Semprún, autor de una obra literaria mayúscula. El pasado 7 de junio se cumplieron tres años de su adiós, a todos, a los 87 años. Jorge Semprún fue un hombre múltiple del siglo XX: un celebrado escritor, destacado cineasta y ministro de Felipe González.

La grandeza de un personaje se mide en relación a la historia de su vida. En este caso nos referimos al español Jorge Semprún, autor de una obra literaria mayúscula. El pasado 7 de junio se cumplieron tres años de su adiós, a todos, a los 87 años. Jorge Semprún fue un hombre múltiple del siglo XX: un celebrado escritor, destacado cineasta y ministro de Felipe González.

Tras su muerte reaparece “Si la vie continue…” (Grasset), un extenso diálogo que mantuvo con Jean Lacoutoure (biógrafo del general de Gaulle). Recorren la guerra de España, un campo de concentración nazi, la clandestinidad, la vasta obra literaria y sus años como ministro español, donde admite: “para un escritor es difícil ser mucho tiempo ministro”.

Su padre fue Semprún Gurrea, abogado y embajador de la República española, y su abuelo, Antonio Maura, fue primer ministro del rey Alfonso XIII. A fines del verano de 1936, su familia huyó del franquismo. Y en 1939 se radicaron en París. Inscripto en el partido comunista a los 18 años, trabajó en la Resistencia francesa. Fue atrapado por la Gestapo y enviado a Buchenwald. Liberado en 1945, siguió su trabajo clandestino en España, contra el franquismo, hasta que rompió y fue expulsado del partido comunista por denunciar los campos de concentración de Stalin. Jorge Semprún hizo sus estudios en La Haya y en París, donde fue alumno del liceo Henri IV. Sobre esos años de sus andanzas errantes en París y aprendizaje de la cultura francesa, escribió las melancólicas páginas del espléndido libro “Adiós, luz de veranos…”.

Recordando su estancia en Buchenwald, evoca en “Si la vie continue…”, su obra inicial, “El largo viaje”, donde cuenta los momentos terribles de la experiencia vivida en el vagón de condenados. Los días en el campo de concentración, recuerda, tenían una sola esperanza: sobrevivir hasta el día siguiente. Y ellos están narrados, con poderosa intensidad, en las páginas de “Viviré con su nombre, morirá con el mío” y en “La vida o la escritura”.

Su seudónimo clandestino fue Federico Sánchez. Cabe señalar que sobre su etapa de escritor, de cineasta y ministro de Felipe González, escribió en las páginas del libro llamado “Federico Sánchez se despide de ustedes”.

En estos diálogos se refiere, también, a sus celebradas novelas tituladas “La segunda muerte de Ramón Mercader” y “Veinte años y un día”, así como a su quehacer como guionista de cine. A él debemos famosas películas como “La guerra ha terminado”, “Z” y “La confesión”, con las cuales se convirtió en un cineasta político. En sus páginas y guiones de cine está todo su rigor, su pasión, su incandescencia.

Vivió siempre en París; escribió todos sus libros (salvo uno) en francés. Confiesa, en estas páginas, definiendo su existencia, que lo suyo fue un ir y venir en la vida, en la realidad, pasando de uno a otro lado, es decir: “como voy del español al francés, de la política a la escritura, del cine a la política”.

Tuve el placer de conocer a Semprún; lo vi dos veces; la primera en Madrid, donde le conocí; luego en París, una tarde inolvidable en un café de la Place Contrescarpe.

Finalmente, quiero saludarlo con unas palabras que los lectores de su obra sin duda compartimos. Son las que escribe Jean Lacouture, al final de su libro, despidiéndolo: “Gracias hombre doble, múltiple, ciudadano del mundo”.

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Rubén Loza Aguerrebere

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