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Hacer lo que se debe

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TOMÁS TEIJEIRO
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El nuevo gobierno se enfrentará a un sinnúmero de desafíos. Algunos conocidos, dado que del pormenorizado análisis realizado por los equipos técnicos de la coalición electa resulta un diagnóstico claro de los problemas que padece el país en diferentes ámbitos.

Así se ve un déficit brutal en lo económico, pero también en materia de seguridad, de educación, de salud, de vivienda, en temas de relaciones laborales, y aunque no se crea, también en área de derechos fundamentales, y de apoyo al desarrollo individual de las personas. Según el gobierno nunca fuimos tan ricos. Según la realidad, nunca tanta gente vivió y padeció en la calle.

Esto es básicamente consecuencia de que en los quince años de gobierno frenteamplista, los gobernantes se dedicaron mucho más a cumplir con el mandato político de las agendas marketineras del movimiento progre global que a atender las verdaderas necesidades del país. Todo resultó un bluff de voluntarismo con complejo de génesis y empujes de bipolaridad, que dejó varias cosas buenas en algunas áreas, pero que visto el panorama general, no resultó funcional a un proyecto de país bien organizado. Y esto fue así, porque ese plan simplemente no existió, o porque tenía como columna vertebral únicamente “mantener viva la utopía y tender al socialismo”. Nada bueno podía esperarse de tal anacronismo.

Por eso, no es casualidad que dentro de los ejes temáticos de las propuestas del Presidente Lacalle Pou, se reiteraran los conceptos de justicia, de voluntad de hacerse cargo, y de hacer lo que se debe.

Quien escucha todo esto al vuelo en un discurso político, puede inadvertidamente considerar que se trata de puros lugares comunes o muletillas del relato electoral en el fragor de la campaña. O incluso puede creer que es lo mínimo que debe ofrecer un político con pretensiones de poder. Pero no es lo mismo escuchar una postura basada en la antigualla del materialismo dialectico y el determinismo económico (Martínez - Villar), que una moderna centrada con firmeza en el ser humano y su desarrollo integral.

Estoy absolutamente convencido que es así, y esa certeza parte de dos premisas constatadas en la realidad: 1- Lacalle Pou es el político más serio, estudioso, y disciplinado que ha dado el Uruguay en los últimos años, y nada de lo que afirma es casualidad, sino conclusión de un sesudo análisis teórico con fundamento y pies en la tierra y en el barro, 2- la comparación de las estrategias de campaña de ambos contendientes dejaron algo bien claro, Martínez no entendió lo que estaba en juego ni a que jugaba y solo tuvo visión parcial, Lacalle Pou asumió con responsabilidad republicana y de hondo contenido nacionalista sacar adelante a todos los orientales, con amplia mirada y sin exclusiones.

Esa responsabilidad que prometió asumir Lacalle Pou, y que finalmente fue puesta por las urnas sobre sus espaldas, se sintetiza en los conceptos de justicia, de voluntad de hacerse cargo, y de hacer lo que se debe, ya referidos.

Y aquí está la cosa. Esto no es mera retórica, sino que es pensamiento profundo que provee a un país a la deriva, un compás que le vuelve a indicar el Norte hacia donde navegar.

Atrás de cada uno de esos conceptos se encierra una fuerte creencia filosófica fundada en valores que sostienen que un gobernante debe gobernar bien, pero que por sobre todas las cosas, debe hacerlo para todos. No solo para el colectivo de su preferencia.

Y es así, que ese concepto de justicia al que refiere el Presidente electo, es el más antiguo y sagrado de que todos somos iguales ante la ley. No es un precepto nuevo, pero fue muy olvidado en los últimos tiempos, tanto que provocó el óxido y la corrosión de la percepción de la legitimidad en muchos ámbitos trascendentes de la cosa pública.

La voluntad de hacerse cargo, no es más que el anticipo de que nos gobernará un Presidente que comulga con la ética de la responsabilidad, y no con la de la convicción que tanto mal nos ha hecho, debilitando nuestro Estado de Derecho en pos de intereses sectoriales y afinidades políticas internas y externas.

Hacer lo que se debe, entronca con las raíces más profundas de los dos conceptos anteriores, pero además tiene un matiz, (con perdón de nuestros socios) puramente blanco y nacionalista, que es el de cumplir con aquel mandato sagrado de ser “Defensores de las leyes” y ejecutores de lo posible, con el pragmatismo necesario para ver en nuestra realidad nacional la mejor materia prima. Ya que en definitiva esto solo se trata de mejorar la vida de quienes aquí habitamos.

Porque la política bien entendida no es más que servicio, y siendo así, una profesión tan noble, no tiene otro objeto que el de cumplir con el deber, con aquel deber consagrado en la Constitución, como enumeración positiva de todos los derechos y obligaciones inherentes a la persona.

Y esa es la responsabilidad número uno de los gobernantes del siglo veintiuno como Lacalle Pou, ser los primeros de la fila en levantar la mano y en hacer lo correcto. En cumplir con la ley, y con la ley escrita.

Así lo ha hecho el Presidente Vázquez finalizando su mandato con gestos que nos enorgullecen a todos, que devuelven legitimidad a nuestras instituciones cascoteadas por años de parcialidad intransigente y visión cortoplacista, que nos apuntalan como ejemplo en la comarca y que de alguna manera ayudan a compensar la tristeza que dan aquellos que atornillados al sillón, aún siguen tirando tarascones y alimentando un interminable listado de negros presagios sobre lo que dicen (porque ni siquiera se lo creen) que vendrá.

La historia siempre recuerda grandes hitos e importantes personajes, y solo en pocas ocasiones, anécdotas menores. Estoy seguro de que no pasará mucho tiempo en que lo único que retengamos en la memoria de esta transición sea la imagen del Presidente Vázquez, del brazo de Lacalle Pou en Buenos Aires. Y no las chicanas baratas de hombres dolientes, con su ego derrotado, que no se enteran que no han perdido. Que lo que ha pasado es que ha ganado la democracia, y que por ende, ha ganado el país. Incluidos ellos, porque lo que viene es un gobierno para todos.

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