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Carta a los blancos

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TOMÁS TEIJEIRO
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Estamos viviendo un tiempo excepcional. En el pasado nuestro partido fue protagonista de grandes glorias.

Aún derrotados en el campo de batalla, muertos en el campo del honor, con elecciones arrebatadas en forma injusta, o sufriendo el exilio, fuimos triunfadores como únicos campeones de la libertad. También ganamos en las urnas. Triunfos del siglo veinte, que insuflaron nuevos aires en aquel Uruguay cansado de un statu quo inmutable por décadas, y debilitado por complejas circunstancias. Estoy seguro que no estoy solo, cuando recordando las gestas del 58, del 62, y del 89, se me apuran los latidos. No estoy solo cuando cierro los ojos y veo pasar las nubes y quedar el azul del cielo del que hablaba Herrera; no estoy solo cuando mi corazón se estremece con aquello de “La bala que te pegó, a todos nos mató algo…”; no estoy solo al recordar a Wilson dándose vuelta en el puerto haciendo la V de la victoria con las dos manos, y con su reconfortante sonrisa.

Todo eso es parte de nuestra historia y sin duda parte medular de nuestras vidas. Son las cosas que nos definen. Siempre estarán ahí.

Ser blanco es una vivencia intransferible, lo sabemos. Un privilegio, pero también una enorme responsabilidad. Hemos llegado hasta aquí sobreviviendo a mil y una tormentas. Y vaya si demostró ser cierto aquello de que la quilla de nuestro barco hiende mejor el mar embravecido. Pero debemos ser muy conscientes de nuestra evolución y de lo que nos toca encarar en el presente. Siempre fuimos un partido de ideas, no de ideología, y como tal, conservando los valores fundamentales que hacen a nuestra esencia y a la del hombre, hoy estamos dando la mejor versión de nosotros mismos. Nos hemos actualizado como una de esas App que todos descargamos en los celulares, para servir mejor al país. Esta actualización nos ha traído un gran líder: el Presidente electo. Y también un nuevo rol en la vida política del país. Luis nos ha marcado un camino que es bien claro. El papel protagónico de los “Defensores de las Leyes” en estos tiempos sigue siendo el mismo, pero no en la clave de los viejos antagonismos, sino en la de un macroliderazgo participativo.

El triunfo de noviembre nos ha dejado esa lección. El éxito, el gran triunfo de Luis, su estupendo legado que recordará la historia, ha sido saber liderar a los blancos, para que el Partido Nacional encabece y lidere esta gran coalición multipartidaria en la que todos nos sentimos cómodos.

Claro que no es la lógica del siglo pasado, ¡pero si es que estamos en el siglo veintiuno! Blancos y colorados, muchas veces a los golpes construimos está república que supo ser tan virtuosa; hoy junto a Cabildo Abierto, el Partido Independiente, el Partido de la Gente, y a todos aquellos orientales que quieran arrimarse a poner el hombro sin necesidad de renunciar a sus ideas, nos toca dar un empujón más en la mejora de esta construcción colectiva que nos debemos como nación. Uruguay nos necesita a todos. Pondremos nuevos ladrillos, y reforzaremos los cimientos republicanos donde sea necesario.

Pero si hay algo que está claro es que los blancos no tenemos complejo de génesis, porque estuvimos en la misma. Al igual que a nuestros socios nos sobra seguridad para reconocer lo que otros hicieron bien. Y esto, viniendo de quince años en los que día a día y sin rumbo se pretendió reinventar al país, es algo que alivia mucho. Es por eso que es tarea de todos cuidar el instrumento Partido Nacional, ser conscientes de que el futuro del país en buena medida depende del mismo. No podemos perder nuestra posición de liderazgo.

Los conflictos entre blancos han pasado a la historia, nuestro líder nos ha contagiado de su pasión serena. Nunca perdimos el impulso, jamás flaqueamos en el esfuerzo. Pero templamos el carácter. Quizá esa fue la enseñanza póstuma de Carlos Julio. Hemos aprendido a canalizar las naturales alegrías y frustraciones personales y colectivas de la vida política, y donde antes había algún chisporroteo casual, hoy solo queda un fuerte abrazo definido hace tanto tiempo por nuestro lema de “Somos idea, la unión nos hará fuerza”. Comenzaremos en breve el difícil periplo de un nuevo gobierno, lleno de originalidades, y cargado de contenidos disruptivos que defender por el bien del porvenir. Muchos de nuestros correligionarios asumirán tareas de responsabilidad gubernamental. Otros de responsabilidad partidaria. Nuestro líder, llamado a los más altos deberes, sin duda estará atento y su pecho seguirá latiendo en clave de blanco, pero fiel a su estilo que nos enorgullece como colectividad política, por cinco años solo atenderá los intereses de la república.

No es mera retórica aquello de que lo que es bueno para el país, es bueno para los blancos. Es pura práctica. Así las cosas, la responsabilidad de cuidar el instrumento recaerá sobre todos nosotros. Sobre todos los blancos. Con nuestro sistema operativo actualizado, comenzaremos un nuevo tiempo donde la principal tarea será alimentar y cuidar esta armonía y unidad que supo construir Luis. Mejorar la militancia, motivar a la juventud, y llegar a todos los rincones de nuestra sociedad. Fortalecer los lazos entre nosotros y con los de afuera.

Demostrarles a todos que nuestra mano tendida siempre está. Que no es un eslogan de campaña. Que siempre tendremos empatía para con el otro. Que no entendemos el mundo como un sitio binario habitado por ellos y nosotros. Que queremos un país para todos. Que nos amalgama con fuerza el amor por la patria, por esta patria que pisamos todos los días, por una justicia abstracta e imparcial, y por un Estado de Derecho que nos asegure a todos los orientales las mejores posibilidades de futuro. Que somos constructores de lo posible, con la mejor de las materias primas que existe: Uruguay y los orientales.

Es nuestra tarea.

La mejor forma de servir al Uruguay es servir al Partido Nacional, y la mejor forma de servir al Partido Nacional y ser buenos blancos, es sirviendo al Presidente.

El Partido Nacional y Uruguay esperan que todos los blancos cumplan con su deber.

No podemos fallarles.

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