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Herrerismo 2.0

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Tomás Teijeiro
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Son muchas las naciones que mantienen una gran deuda para con personas que independientemente de la trinchera que hayan elegido para librar su batalla política las han marcado significativamente y para bien, dejándolas mejor de lo que las encontraron cuando incursionaron en la cuestión pública.

No podría concebirse a España sin pensar en Fernando e Isabel o en Don Juan Carlos y Adolfo Suárez; los Estados Unidos no podrían imaginarse sin Hamilton, Madison, Jay, Lincoln y Reagan; tampoco Inglaterra sin Elizabeth I, Churchill y Thatcher.

Uruguay sin duda alguna no sería lo que es, sin el aporte de Luis Alberto de Herrera y el Herrerismo.

A sesenta años de su muerte, es más importante analizar cómo se proyecta su legado hacia el futuro en este Uruguay sumergido en un decadente voluntarismo al garete, que hacer una retrospectiva de su vida.

Y es en base a las enseñanzas fundamentales de Herrera que debemos desarrollar esta nueva etapa en evolución de un Herrerismo que se hace cada vez más necesario para el éxito electoral de nuestro partido, para una eficiente gestión del futuro gobierno, y para el mejor destino de la patria. Estas claves son: a- sentido de lo posible (haciendo notar que lo demás es demagogia), y b- foco en la realidad nacional como principal materia prima.

En posición contraria a la sostenida históricamente por el Frente Amplio (principal adversario actual), el Herrerismo siempre ha hecho pie en un realismo político que ha buscado poner como centro de sus intereses al individuo (sin implicaciones egoístas) por sobre lo colectivo. Y esto es porque el Herrerismo es un movimiento político basado en la verdad, en la certeza, en lo que se puede, y no en falsas utopías demagógicas.

¿O acaso alguien que dedique un mínimo de estudio serio a la cuestión del derecho del trabajo puede dudar que han sido más importantes los aportes de Herrera a principios del Siglo XX, que los del Frente Amplio en los últimos tres gobiernos? Por hablar en la jerga: las verdaderas "conquistas" vinieron de la mano del Herrerismo. Todo lo demás es verso, o "postureo", que es como se denomina "a la actitud de adoptar ciertas costumbres o actividades más por ánimo de querer aparentar o causar buena impresión que por auténtica convicción".

Postureo es lo que hace el Frente Amplio cuando habla de agenda de derechos, y mientras nos tupe a leyes, deja a cientos de compatriotas indigentes tirados en las calles o desamparados en asentamientos sin servicios. Postureo es lo que hace el gobierno cuando se inflama hablando de derechos humanos mientras ignora adrede la desgracia que padece Venezuela, y traiciona a los propios como lo hizo durante el último entuerto militar. Postureo es hablar de revolución tecnológica y derechos mientras toleran que miles de personas arriesguen día a día sus vidas por un magro sustento trabajando de repartidores pedaleando en condiciones desastrosas, y acordándose de ellos solo porque es año electoral y con propuestas irreales. Postureo es prometer una campaña limpia al mismo tiempo que se ataca con bajeza al principal candidato opositor. Postureo es demagogia, y la demagogia se funda en la mentira y lo imposible. Por eso, lo que el país necesita es el gobierno de lo posible, el del Partido Nacional con la contribución incondicional y siempre presente del Herrerismo que no sabe ser veleta. (A un verdadero herrerista nadie le pregunta: ¿ahora con quién estás? Se sabe dónde ha estado, y dónde está.)

Uruguay necesita además, un gobierno que siguiendo la senda marcada por Herrera, ponga el foco en la realidad nacional como principal materia prima. Y si hay algo que ha quedado claro el pasado 8 de abril es que los únicos que están preparados para esto son Lacalle Pou y su equipo. El extenso y concienzudo programa de gobierno presentado por nuestro candidato se basa precisamente en esa materia prima, pero sobre todas las cosas, la "Estrategia de los Cinco Shocks" deja en evidencia que para el grupo de asesores de Luis (integrado por gente de diversos orígenes) la realidad nacional no es para nada desconocida. Es más, la han palpado al detalle, al mínimo detalle. Algo que hasta ahora nadie y mucho menos el gobierno o los candidatos oficialistas han podido demostrar.

En un embromado panorama donde campea el talenteo y la ignorancia, el Partido Nacional brilla enarbolando la bandera de su profundo conocimiento del país, y dando certeza de que su programa y sus propuestas, son posibles, no cuentos de hadas.

Y esto, que es la obra colectiva de un sector conformado por diversas corrientes, pensado para ser compatible en gran medida con las ideas del resto de los precandidatos, encarna lo mejor de nuestro partido, y no es otra cosa que la cristalización de la impronta del Jefe Civil permeando todas las capas de nuestra institucionalidad partidaria.

Así, para poder evolucionar construyendo sobre lo que los que vinieron antes hicieron bien (incluido el Frente Amplio), corrigiendo lo que se hizo mal, aprendiendo de los errores delpasado,el Partido Nacional y el Uruguay necesitan de este Herrerismo que hoy despunta de la mano de las nuevas generaciones. Un Herrerismo desvelado por la libertad, la igualdad de oportunidades, por la seguridad de todos los ciudadanos y por la de los policías y militares que nos cuidan, por los más débiles, por ser el escudo protector de los ancianos, por proteger a las personas con equidad en su trabajo y en el pleno goce de los derechos vinculados al mismo, por mantener a salvo de países y organizaciones internacionales a nuestra sagrada soberanía.

Un nuevo Herrerismo que haciendo base en el pensamiento del fundador acerca la política a la gente como nunca. Haciéndola partícipe de la necesaria transformación de un Estado monstruo que oprime, a un Estado amigo que promueve; del conflicto en el trabajo a la colaboración para la mutua superación; de la intromisión del Estado en la vida privada de las personas, al respeto a la diversidad y a una verdadera agenda de derechos y libertades. Esto es evolución. Estas son las ideas de Herrera en el Siglo XXI. Esto es lo que se viene. Esto es el Herrerismo 2.0.

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