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Retórica anacrónica

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TOMÁS LINN
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Tres candidatos y un programa común. Así se presenta el Frente Amplio para las elecciones por la Intendencia de Montevideo. El programa de 53 páginas contiene propuestas, sin duda, pero más que nada son largos párrafos escritos en una jeringoza por momentos incomprensible.

Quizás el objetivo sea ese: hacerlo pasar por profundo, para disimular lo poco que se propone. Esto sin analizar el reiterado uso de términos (en masculino y en femenino) en su intento de ser “inclusivo”, lo que hace cansadora y engorrosa la lectura.

Uno de sus párrafos es tan inaudito que se viralizó. Con una jerga pasada de moda, propia de los años 60, se refiere en forma hostil al gobierno nacional con el que, en caso de ganar, deberá coordinar y trabajar en cooperación.

Los frentistas más moderados sostienen que no es necesario detenerse en un párrafo menor, cuando hay otras 53 páginas para leer. El problema es que no es menor ya que muestra a un Frente Amplio agresivo, malhumorado y plantado en lecturas ideológicas que deberían resultar trasnochadas y no lo son.

La parte que se viralizó y que está al comienzo del programa dice textualmente: se “nos impone el desafío de enfrentar desde la IM los embates del programa restaurador de privilegios de un gobierno nacional de derecha que representa los intereses de los sectores más reaccionarios de las clases dominantes”.

Es como si alguien juntara antojadizamente un montón de consignas de los años 60, hoy lugares comunes sin sentido, las pusiera en una licuadora y una vez pronto el brebaje, esto salió. Pudo haberse mezclado de otra forma y daba lo mismo. Hasta olvidaron intercalar otras antiguas muletillas: la oligarquía terrateniente, la burguesía portuaria y banquera, el imperialismo, la gran banca internacional (Chase Manhattan, Rockefeller, Morgan), la United Fruit y tantas otras.

De todos modos, vale la pena repasar punto por punto la oración y desentrañar su contenido y lo poco que tiene que ver con la realidad del país, al iniciar la segunda década del siglo XXI, afectado (como el resto del mundo) por la pandemia.

Primero: no hay “embates” del gobierno nacional sino la simple toma de decisiones que corresponden a cada gobierno como parte de sus funciones y para lo cual fue elegido,

Segundo: tampoco hay “un programa restaurador de privilegios”. De dónde saca eso el Frente Amplio es imposible saberlo. Golpeado por la llegada de la pandemia el gobierno debió tomar urgentes medidas de corte social y económico para mantener al país andando y ayudar a los que fueron duramente golpeados por la interrupción de actividades. Atendió primero a los más necesitados y mostró clara sensibilidad social. Descubrió también que antes de que accediera al gobierno, eran muchos los uruguayos que vivían en una situación vulnerable, más de lo que el anterior gobierno “progresista” admitía cada vez que hacía alarde de sus “logros”. No lo fueron tanto.

Tercero: a esta altura de la vida, ¿qué quiere decir “gobierno de derecha”? Daría a entender que los anteriores fueron de izquierda. ¿Lo fueron realmente? Ni por varias de sus medidas ni por los resultados se puede decir que tuvieron un perfil “de izquierda”.

Cuarto: además de ser un cliché o una consigna vacía de contenido, la expresión “representa los intereses de los sectores más reaccionarios” no condice con lo que este gobierno realmente es. Para empezar, todo gobierno representa los intereses de sus votantes. En este caso, el presidente gana la segunda vuelta gracias a una coalición de cinco partidos cuyos diputados y senadores suman una cómoda mayoría en el Parlamento. Pero por ser cinco partidos, cada uno con su perfil, representan una diversidad de intereses que a veces se contraponen. Eso obliga al gobierno a ser hábil y dúctil para coordinar, sintonizar y sincronizar intereses tan diferentes. No es tan distinto a lo que debieron hacer los gobiernos anteriores en la medida que el Frente Amplio también es una coalición.

Quinto: ¿qué son los sectores más “reaccionarios”? La expresión, tan antigua como anacrónica, hoy no define nada.

Sexto: según el párrafo mencionado estos sectores reaccionarios vienen de las “clases dominantes”, también una expresión usada hasta el cansancio en los años 60. Si por clase dominante se entiende a la gente adinerada, la que desde sus empresas o la producción agropecuaria intentan dominar el manejo del país, difícilmente ella se sienta representada a carta cabal ni por este ni por ninguno otro gobierno más allá de lo que vote. También eran de las clases dominantes aquellos que en sus vehículos “cuatro por cuatro” recorrían la ciudad con banderas del Frente Amplio.

Hay indicios de que esta elección montevideana no le será fácil al Frente Amplio, pero por ahora todo indica que lleva la delantera. Como sea, mirando hacia el futuro, si el Frente insiste en esta retórica anticuada, hostil, de escasa convicción democrática y de mal talante, las cosas se le seguirán complicando. No va por ahí el humor de buena porción de los uruguayos.

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