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¿Pegado a Trump?

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TOMÁS LINN
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Hasta que el intendente Yamandú Orsi colgó una opinión en Twitter la semana pasada, nadie parecía prestarle mucha atención a como Uruguay, a través de su actual gobierno, desplegaba su política exterior.

Es que en realidad poco se sabe de la estrategia diseñada por el canciller Francisco Bustillo, en parte porque aún cuando tuviera un plan perfecto, con objetivos óptimos y estrategias brillantes, el resto del mundo está en otra.

Desde que estalló la pandemia, cada país se concentró en mirar su propio ombligo, no el de los demás, para contener el mal. Más allá de algunos tejes y manejes, no fue un año donde las grandes jugadas de algunas naciones obligaron a otras a desplegar su diplomacia.

En los diez meses que lleva el actual gobierno, al Uruguay le tocó ser presidente pro témpore del Mercosur y por ese motivo, el presidente Luis Lacalle Pou tuvo una conversación telefónica con la canciller federal alemana Angela Merkel, para alentar el avance de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea.

El presidente tuvo además, conversaciones “en la cumbre” vía “zoom” con otros presidentes de la región y tardíamente (aunque necesario), compartió un asado con su colega argentino Alberto Fernández en la estancia Anchorena.

Hubo contactos del canciller Bustillo con el gobierno de Trump. La relación con Estados Unidos, gobierne quien gobierne, ha sido siempre importante para Uruguay.

Fue necesario, asimismo corregir rumbos impuestos por una rutina que venía de antes (por ejemplo, una votación contra Israel en un organismo internacional). También hizo ruido la decisión de Ernesto Talvi, siendo todavía ministro, de no calificar a Venezuela de dictadura, cuando fue sobre esa bandera que los partidos de la coalición hicieron campaña, incluido Talvi.

Y no hubo mucha cosa más. Al menos no en temas que tuvieran difusión pública. Por eso llamó la atención el twitt emitido por Orsi cuando tras la asunción del presidente Joe Biden, cuestionó al gobierno uruguayo por haber apostado demasiado a Trump. Para el intendente canario el gobierno “calculó mal y sería bueno reconocerlo”.

“Error de nuestro gobierno el pegarse demasiado a la política exterior de Trump”, sostuvo Orsi que pidió retomar “el vínculo de respeto y equilibrio con el nuevo gobierno”.

También el diputado del MPP, Daniel Caggiani, opinó sobre el tema: el gobierno, dijo, “por inexperiencia o por sintonía” se la jugó por Trump.

Ambos usaron Twitter para dar su opinión y así fueron recogidas por los medios, sin repreguntas o pedidos de aclaración, como debió hacerse. Por lo menos para saber, en el caso de Orsi, cuales eran sus fundamentos para pensar de esa manera.

Una posible señal de acercamiento de Uruguay a Trump, pudo haber sido su apoyo al estadounidense Mauricio Calver-Carone para presidir el BID. Votar a esa persona no necesariamente implicó estar “pegado” a Trump. De hecho fue elegido por una mayoría de países latinoamericanos y lo cierto es que no había alternativas. .

En filas militantes frentistas hay quienes sostienen que Uruguay asume su posición contra Venezuela para quedar bien con Estados Unidos. Quizás Caggiani lo piense así, es más difícil imaginar que lo haga Orsi.

Sin embargo es muy claro que si el gobierno cuestiona a Venezuela y la considera una dictadura que viola derechos humanos, cercena libertades y tiene encarcelado a numerosos presos políticos que son mal tratados, es porque es verdad, no porque necesite quedar bien con Trump.

De todos modos, es frecuente que ciertos cuadros de izquierda consideren que cuando alguien tiene posiciones contrarias a las suyas es porque sumisamente cumplen ordenes del imperialismo. No pueden aceptar las convicciones claras y honestas de otros, más cuando la evidencia de que en Venezuela hay un régimen dictatorial es abrumadora.

Fuera de eso, a no ser que Orsi tenga elementos que los comunes mortales desconocen, no parece haber nada que sea particularmente llamativo. Uruguay tenía que mantener algún vinculo con el gobierno norteamericano, por pesadillesco que haya sido (y lo fue) su presidente que, por otra parte, nunca mostró interés en América Latina y menos aún en Uruguay.

Esto es lo tradicional. Durante su primera presidencia Tabaré Vázquez tuvo una muy cercana relación (mucho más que la de Lacalle con Trump), con el entonces presidente George W. Bush, que visitó el país y mantuvo una jornada de trabajo con todo el gobierno frentista en Anchorena.

También Mujica tuvo vínculos estrechos con el gobierno de Barack Obama a través de la embajadora Julissa Reynoso que defendió muy bien los intereses de su país al lograr que Uruguay recibiera como refugiados a personas que habían estado presas en Guantánamo.

En ambos casos, la relación bien pudo definirse como “muy pegada” o “jugada” al imperialismo. Si este gobierno alguna vez tuvo intención de llegar a similar cercanía, y nada indica que así fuera, no tuvo tiempo para hacerlo.

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