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¿Una mejor ciudad?

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TOMÁS LINN
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No falta mucho para las elecciones municipales. El 27 de septiembre, o sea en dos meses, se estará votando en todos los departamentos del país, cada votante con su tapaboca y en colas que respeten la distancia.

La postergación de estas elecciones a causa de la emergencia sanitaria y el hecho de que la pandemia haya modificado la forma de hacer la campaña, causan extrañeza en una población que accede al debate político por formas diferentes a las habituales.

Si bien en Montevideo las encuestas siguen marcando las preferencias habituales, es decir el triunfo del Frente Amplio y de Daniel Martínez (pese a que el stress le hace perder la memoria), las cosas no parecen estar aún del todo jugadas. Hay diferencias entre las encuestas, lo que estaría indicando indefinición y cambios de opinión en alguna gente.

Por un lado, está en juego una mejor gestión de la ciudad. Tras 30 años de sucesivas administraciones frentistas la ciudad está fea, sigue tan sucia como el primer día, continúa el enorme atraso en la obra pública, hay problemas endémicos en el transporte público que la pandemia puso al desnudo: para que las empresas no tengan pérdidas, los buses deben ir llenos hasta el tope.

Por otro lado, está en juego lo político. Para unos ganar Montevideo sería una fuerte consolidación de la coalición que ya ganó en lo nacional. Para los frentistas, sería la revancha tras la derrota y la necesidad de tener un baluarte de poder en Montevideo. Algo de esto explicó Juan Martín Posadas, en su columna del domingo pasado en este diario.

En realidad, ambos factores juegan en la elección. En ese sentido la candidata de la coalición, Laura Raffo, se mueve bien en los dos terrenos. En lo político, marca la ausencia de la gestión frentista en los barrios más postergados y señala la cada vez más notoria contradicción de un Frente que tanto en lo nacional como en lo municipal alardeó de su sensibilidad social, fruto de sus posturas “progresistas”, pero en los hechos demostró carecerla. Raffo también insiste en que esos problemas se pueden atenuar con más presencia y gestión eficaz.

De los cinco intendentes frentistas que tuvo Montevideo, Martínez es el que encaró (aunque recién sobre el final de su período) obras largamente postergadas. Las hizo todas a la vez con lo cual causó un gran caos en la ciudad. De haberse hecho paso a paso durante estas tres décadas, no hubiera sido necesaria esta desesperación por terminarlas todas juntas en un plazo tan corto. Además, hubiera quedado tiempo para encarar una más sólida urbanización en los muy degradados asentamientos de la ciudad.

Los montevideanos tienen una visión algo peculiar de estos cinco intendentes. Creen que Mariano Arana fue un genio del urbanismo y hasta el día de hoy los medios lo siguen consultando. Fue dos veces intendente y durante un período y medio le tocó gobernar en medio de la bonanza de los 90, pero más allá de terminar las obras de saneamiento no hizo gran cosa y enfrentó mal los años de crisis, sobre el final de su segundo período. Se vendió muy bien, pero fue puro aire y ruido y nada de esencia.

Por el contrario, es común creer que la peor gestión fue la de Ana Olivera. Sin duda dejó muchas cosas sin resolver, algunas muy cruciales, pero no fue la peor. Carga con el lastre de haber inaugurado el desastroso corredor Garzón. Esa obra en realidad la inició su antecesor Ricardo Ehrlich, un intendente que muchos saltean al recordar de memoria quienes gobernaron al departamento desde 1990, tal fue el “impacto” que dejó su gestión.

Dentro del Frente compite además de Martínez, Carolina Cosse, una candidata de planteos difusos y confusos. También compite Álvaro Villar, quizás el más coherente y consistente de los tres candidatos frentistas. Tanto que uno se pregunta si para eso, no sería mejor votar a Laura Raffo que representa la oposición más genuina al largo reinado frentista.

Si Montevideo vota con el criterio político al que se refiere Posadas, pueden pasar dos cosas. Una es que el hartazgo que continúa generando el Frente a nivel nacional con su cansadora e inconducente retórica, ayude a ganar a Raffo. La otra es que la muy instalada lógica montevideana que en lo referido al Frente todo lo asiente y todo lo perdona, termine por imponerse una vez más.

En lo personal, hubiera preferido un elección que se dirimiera entre quienes ofrecen propuestas para hacer de Montevideo una ciudad funcional, con buena infraestructura y mejores servicios diseñados para llegar a los rincones más postergados. Y que además sea linda, cosa que hoy es mucho pedir.

Sin embargo predominará el criterio político y por esa razón aún es pronto para anticipar un resultado. Pero aun cuando Raffo no triunfe, esta ha sido la primera vez que los partidos no frentistas presentan una alternativa seductora y pensada a largo plazo. Más allá de setiembre, se habrá ganado terreno con proyección de futuro. Esa es la señal de un significativo cambio político que no todos (y menos aún los analistas) parecen percibir.

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