Publicidad

La coalición y la consulta

Compartir esta noticia
SEGUIR
TOMÁS LINN
Introduzca el texto aquí

Primero se reunió con los ministros, luego con los dirigentes de los cinco partidos que conforman el gobierno y por último con los legisladores de la coalición. El presidente Luis Lacalle Pou no dejó ángulo sin cubrir.

La posibilidad casi cierta de que haya suficientes firmas para convocar a un referéndum que decida que hacer con la Ley de Urgente Consideración (LUC), parece haber revitalizado a la Coalición Multicolor (o Republicana como otros prefieren llamarla). Dado que la ley fue discutida, negociada y votada por todos los socios del gobierno y que es considerada el pilar sobre el que se sostiene su gestión, la necesidad de diseñar una estrategia inteligente parece ineludible.

A diferencia de la otra coalición, la del Frente Amplio (que analicé en mi columna pasada) esta es más laxa en su funcionamiento y flexible en su organización, lo cual tiene ventajas y desventajas.

No decide “por consenso” y los diferentes sectores suelen ponerse quisquillosos respecto a políticas específicas del gobierno. Cuando todo parece rodar sin problemas, surge alguien que tiene una idea opuesta y hasta quizás acuerde por ese tema con el Frente.

En algún momento todos los socios han mostrado excesivo celo en aspectos puntuales, aunque quizás quienes lo hacen con más frecuencia son Cabildo Abierto y el sector Ciudadanos dentro del Partido Colorado.

Eso genera problemas sin duda, pero nada que no pueda esperarse de una coalición de cinco partidos muy distintos que, en grandes líneas lograron acordar en sus coincidencias.

La etapa que viene, la de defender la LUC, exige dejar de lado los orgullos sectoriales y los perfilismos. Lo que está en juego es el andamiaje legal que sostiene al gobierno. En consecuencia, su estrategia debe ser bien pensada y cuidadosamente desplegada. Los exabruptos y caprichos personales no tienen cabida. Más cuando hay en el Parlamento algunos legisladores oficialistas vehementes, sí, pero con escasa cintura política.

Por eso el presidente convocó a estos tres encuentros. Cada uno a diferentes niveles políticos (ministros, jefes partidarios, legisladores), pero a todos dio el mismo mensaje. Insistió en que había que defender la ley y mostrar resultados con humildad y sin ser, dijo, “camiseteros”.

El tono importa para no ofrecer flancos a un adversario que, como es de esperarse, estará al acecho ante cualquier tropiezo. El Frente es rápido para denunciar el tropiezo ajeno pero tiene la rara cualidad de convertir los suyos en virtudes como ocurrió con el senador Oscar Andrade, descubierto en falta grave pero convertido en víctima.

Esta campaña no es una elección y no promueve figuras sino que defiende una causa, la ley. Sería un gasto de energía confrontar al adversario en debates montados como espectáculos. Es a la ciudadanía a quien se debe persuadir y para ello hay que mostrar convicción, certeza y claridad. La coalición necesita mantener la iniciativa y no actuar a la defensiva, explicando y justificándose ante quienes quieren derogar la ley.

No tendría sentido ir a un continuo contrapunto con el relato opositor, por dos razones.

La primera es porque termina siendo una discusión que va por caminos paralelos. Para la recolección de firmas el Frente usó argumentos que parecían referidos a otra ley que nada tiene que ver con la LUC. Su capacidad de argumentación (en cualquier tema) alcanza niveles asombrosos. Basta ver lo sucedido con el caso Andrade, un dirigente sindical que convoca a huelgas para lograr conquistas obreras, pero después elude pagar lo que sustenta esas conquistas. Un legislador que vota impuestos y subsidios pero con dinero que no paga. Un candidato presidencial que de ganar administraría el erario público siendo evasor. Le parece bien que así sea y sus correligionarios lo avalan en un surrealista desprecio al contribuyente.

La segunda razón es que no se está ante una campaña electoral ni se busca promover figuras compitiendo entre sí como en una interna. En esta instancia nadie pretende ser presidente, senador o diputado. Para la coalición, su objetivo es la ley y los debates para exhibir talento y carisma personal no sirven de nada y menos aún contra un adversario dispuesto a argumentar cualquier cosa. La coalición caería en una trampa si se deja seducir para participar en ellos. Andrade ya sugirió que quiere uno con el senador Guido Manini Ríos. Serían dos monólogos en paralelo. Para eso es mejor que cada uno recorra por separado el país y le hable al votante para explicarle con claridad porque se debe apoyar o rechazar la ley.

Esta es una oportunidad que se le ofrece a la coalición para mostrar porqué sus socios acordaron gobernar juntos, más allá de sus diferencias de origen. Es una oportunidad para el gobierno de mostrar que esa coalición, si bien compleja, fue un acierto, va por buen camino y cuenta con el apoyo de la gente.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumTomás Linn

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad