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Un cambio profundo

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El ministro de Defensa, Javier García, lo definió como “un logro histórico”. Si el cambio en el plan de estudios para la formación de militares es efectivamente un logro, lo dirá el tiempo cuando los resultados se vean.

Pero, sin duda, es un primer y gigantesco paso histórico en un tema que exigió de sus promotores apertura intelectual y clara visión de futuro.

Todo ello tomó un trabajo intenso que arrancó cuando asumió el nuevo gobierno. Con la intención de estudiar como fue la real actuación del Ejército en el pasado reciente, y en función de ello diseñar los nuevos planes de estudio para la carrera militar, el comandante en jefe del Ejército, general Gerardo Fregossi, con el obvio respaldo del ministerio, organizó junto al director del Instituto Militar de Estudios Superiores (IMES), general Mario Moreira, una serie de encuentros para discutir lo ocurrido en el pasado reciente. Esto comenzó en noviembre de 2020 y se prolongó durante 2021 con aportes de políticos, académicos y periodistas no vinculados a las Fuerzas Armadas.

En esos encuentros los invitados expusieron con franqueza, sus conocimientos y opiniones y fueron escuchados con interés y respeto.

Dos cosas seguramente pesaron en esta iniciativa. La primera es la necesidad de ajustar los relatos a la realidad. Todos los relatos, por supuesto, no solo algunos. La segunda es el paso del tiempo: los oficiales de hoy pertenecen a una generación que mira el mundo con parámetros distintos a los de sus mayores. Un oficial de 50 años que participó de estos encuentros, nació tres años antes del golpe de Estado y tenía 15 años (un adolescente liceal) cuando retornó la democracia. Su historia personal y militar es diferente a la de quienes le precedieron.

A partir de ahora, en todos los cursos de formación militar el pasado reciente se estudiará con una visión amplia. Se aplicará en cada etapa de dicha formación: en la básica que podría compararse a una carrera de grado (la Escuela Militar), en la intermedia, donde los oficiales especializan sus conocimientos y en una etapa equiparable a un posgrado calificado, que es lo que se da en el Instituto Militar de Estudios Superiores (IMES). En todos ellos se actualizaron los cursos.

El período estudiado cubre 62 años y va desde 1958 hasta 2000. Incluye, como es obvio, la dictadura. En ellos se hablará del golpe de Estado, la desobediencia militar y su desconocimiento a la Constitución. Se estudiarán las posturas de la izquierda en plena Guerra Fría y en el contexto nacional y regional, el surgimiento de la guerrilla y lo que significó usar la violencia como método de lucha política, así como la forma en que respondieron el gobierno y las Fuerzas Armadas.

Los temas sensibles que el Ejército había eludido hasta ahora serán abordados con rigor y honestidad. Según dijo el ministro García a la prensa, se trata de “contar la historia como es” y “sin saltear ningún capitulo por más doloroso que sea”. Las modificaciones se hicieron, dijo, “sin dogmas, sin prejuicios y sin recortes”, con un enfoque “equilibrado y valiente” de la historia.

Los temas sensibles que el Ejército había eludido hasta ahora serán abordados con rigor y honestidad.

Los mencionados encuentros fueron el camino previo para diseñar el cambio del plan de estudios. Participaron los tres ex presidentes: Julio Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y José Mujica. Politólogos y expertos en opinión pública también fueron invitados al igual que abogados, periodistas, políticos y militares retirados. Algunos hablaron desde el sesgo de su experiencia personal o de su adhesión política, otros desde su independencia profesional. Importaba que el aporte fuera plural y franco.

Para el plan de estudios se trabajó sobre una extensa bibliografía que merece ser analizada. Ahí hubo de todo. Desde libros que cuentan el pasado reciente con mirada testimonial, y por lo tanto cargada de un sesgo militante (en todos los sentidos), hasta trabajos de investigación periodística y académica, algunos más rigurosos que otros. Todo está sobre la mesa y todo puede ser consultado.

Estos cambios se aplicarán año a año, curso a curso sin aspaviento. Solo dentro de un tiempo el país verá lo que genuinamente significó esta nueva manera de formar militares. Tendrán otro perfil, un más elaborado sentido de servicio, otra manera de ubicarse ante la sociedad desde su profesión.

Será un cambio tan paulatino y sutil que quizás muchos ni se den cuenta y en su momento den por natural lo que en realidad es una transformación profunda. No se dirá que antes era distinto. Y sin embargo lo era.

Queda una pregunta por hacerse. Si el comandante en jefe del Ejército pensó que esto debía hacerse, si el director del IMES creyó oportuno ponerlo en marcha, si el ministro de Defensa jugó un rol decisivo en este proceso, ¿porqué el Frente Amplio que estuvo 15 años en el gobierno, no se animó a dar ese paso?

Muchos dirán que lo de García, Fregossi y Moreira fue un gesto audaz que requirió enorme coraje. Sin embargo, ellos lo tomaron como una cuestión natural, algo pendiente que necesitaba ser saldado. Y así lo encararon.

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