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Cabildo y la coalición

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tomás linn
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La votación para saber si se le daba el desafuero o no al senador Guido Manini Ríos ya pasó. El Senado votó por la negativa y Manini seguirá ocupando su banca.

Desde el punto de vista de Cabildo Abierto, el episodio debería darse por terminado. Se obtuvo lo que se quiso, ahora hay que mirar para adelante.

La votación fue clara, pero el camino para llegar a ella no. En un principio el propio Manini estaba dispuesto a aceptar el desafuero para aclarar su situación ante la Justicia. Sin embargo su propia bancada se opuso a ello. El Partido Nacional se mostró dispuesto a votar el desafuero si eso era lo que quería Manini, pese a tener argumentos para no hacerlo. De haberlo hecho, con sus votos, los del sector Ciudadanos del Partido Colorado y los del Frente Amplio, hubiera habido suficientes para quitarle los fueros.

Pese a su discurso, ese desenlace no convenía al Frente ya que al defenderse ante un juez, Manini habría dejado en evidencia lo ya sabido: las omisiones del entonces secretario de la Presidencia Miguel Toma, las del propio Tabaré Váz-quez y tal vez aspectos poco conocidos de cómo fue la relación del entonces comandante en jefe con José Mujica cuando fue presidente y con Eleuterio Fernández Huidobro cuando fue ministro de Defensa.

Esto lo tenía claro Mujica y por eso primero sostuvo que el Frente no debía votar el desafuero y luego operó con picardía, malicia y éxito para que otros lo salvaran a Manini. Manini decidió no votar su propio desafuero y la coalición en su conjunto (con excepción de Ciudadanos) lo apoyó. El Frente posó de principista pero en el fondo el resultado fue el que prefería.

Esto, entonces, ya fue dirimido. Le robó mucha atención a Cabildo Abierto, que es parte de la coalición, y por lo tanto ahora podrá abocarse a lo que debería importarle, que es cómo apoyar la gestión de gobierno.

Hasta este momento Cabildo Abierto se ha manejado con cierta suficiencia, insistiendo que al contar con 11 por ciento de los votos obtenidos en la primera vuelta electoral de octubre pasado se convertía en un socio indispensable para el gobierno. Desde esa óptica, en algunas ocasiones se descolgó con propuestas inesperadas.

Sin duda es un socio crucial. Cuenta con once diputados y tres senadores y vaya si eso importa a la hora de tomar decisiones. Además, en función del acuerdo, tiene gente ubicada en el gobierno nacional, entre ellos dos ministros, uno de los cuales, Daniel Salinas de Salud Pública, se convirtió en una figura relevante, escuchada y respetada por su manejo de la pandemia.

Cabildo Abierto necesitó de sus socios blancos para superar lo del desafuero y contó con ellos cuando llegó el momento, y eso le permitió descubrir no solo que era clave en la coalición, sino que la coalición también podía ser clave para sus propias aspiraciones.

Así funcionan las coaliciones y así se hace política. Ser indispensable para que un gobierno funcione es un camino de ida y vuelta. Se es necesario pero además, se puede necesitar de otros.

La impresión que estuvo dando Cabildo Abierto es la de un grupo disperso, que funciona por empujes y a veces por antojos, que está sujeto a los arranques individuales de sus figuras y no a un grupo que actúa con una estrategia política delimitada. Algunos de sus dirigentes se complicaron por opinar en las redes sociales co-mo si fueran vecinos camorreros en una discusión de barrio. Eso lo puede hacer un vecino común (y aún así se sabe cuan chapuceros se han vuelto estos intercambios) pero no quien tiene responsabilidad política.

Alguna gente de Cabildo debe, pues, aprender que desde el compromiso de quien gobierna, importa distinguir cuándo es oportuno salir de frente y cuándo callar. Debe entender que en una democracia un debate enfrenta intereses muy diversos, lo que exige a veces a ceder y transar.

Definido entonces el tema del desafuero es probable que Cabildo Abierto haya comprobado la importancia de contar con socios. También es de suponer que resuelto su nudo más complicado, se ponga las pilas para trabajar en forma mejor coordinada dentro de la coalición.

Cada socio de la coalición necesita marcar su perfil y mediante la diferenciación, sostener su identidad. Está bien que así sea aunque eso provoque cortocircuitos, siempre que ello no implique la ruptura de los acuerdos.

El problema es excederse. Si a cada vuelta de hoja Cabildo u otros sectores necesitan marcar diferencias y hacerse notar, podrán afectar a la Coalición pero más que nada se perjudicarán a sí mismos. Serán vistos por los votantes como los caprichosos de turno que no les importa el destino del conjunto. Y es probable que al final esos grupos paguen por ello.

Todo esto es, por cierto, pura especulación ya que depende de cómo se articule y consolide la coalición. Una coalición que descansa en grupos que, como Cabildo Abierto, tienen la responsabilidad de proyectar su éxito hacia el futuro. Esta nueva coalición parece necesitarlos, sin duda, pero para ellos la coalición también les es vital.

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