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No recuerdo una época en la que más personas se estuvieran postulando para presidente y tantas de ellas ofrecieran solo generalidades probadas en encuestas, diseñadas para congregar a sus propias bases. Nadie sorprende con algo osado.

No recuerdo una época en la que más personas se estuvieran postulando para presidente y tantas de ellas ofrecieran solo generalidades probadas en encuestas, diseñadas para congregar a sus propias bases. Nadie sorprende con algo osado.

La derrota por parte de los demócratas en la cámara baja del sensato plan del Presidente Barack Obama para acrecentar el libre comercio con el Pacífico y juntarlo a protecciones para los trabajadores y el ambiente, fue una mala señal: hay muchos más demócratas apuntan a medidas populistas. Debido a que los republicanos ya purgaron a sus moderados, esta tendencia no cae bien para el país. Significa que las mezclas híbrido/centristas que pueden crear las soluciones más firmes y adaptables con respecto a muchos temas están “fuera de la mesa de negociaciones”. Siempre y cuando sea así, hay pocas probabilidades de que uno transmita el sueño americano a sus hijos.

Tan solo veamos la lista. Con las tasas de interés tan bajas, Washington debería estar pidiendo miles de millones de dólares para invertir en infraestructura -carreteras, puertos, aeropuertos y conectividad del siglo XXI, así como investigación científica- para volvernos más productivos y crear empleos.

Dado la era del conocimiento en que vivimos, es una locura que estemos educando a los niños más brillantes del mundo en nuestros colegios y después enviándolos a casa. Deberíamos estar dando carnés verdes a cada persona arriesgada de alto coeficiente intelectual que quiera trabajar en Estados Unidos, así como a los vigorosos inmigrantes, menos calificados. Sí, debe hacerse legalmente, con un plan y fronteras cerradas. Necesitamos un alto muro, pero con una verja muy grande. Miren cuántas empresas nuevas actualmente son dirigidas por inmigrantes recientes.

Dado el increíble poder que las nuevas tecnologías les dan tanto a gobiernos como terroristas, necesitamos una firme Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU) y una fuerte Dependencia de Seguridad Nacional (NSA). En una ciber-era, se querría que una ACLU vigile a los vigilantes. Sin embargo, también sería deseable una NSA vigilando a la gente enojada y superempoderada, ciberempoderada. Absolutistas de las libertades civiles pueden creer que la era del 11 de septiembre ya terminó, pero, ¿lo creen los fanáticos yihadistas que usan Facebook, Twitter y WhatsApp como su sistema de comando y control? Necesitamos preocuparnos por grandes terroristas y grandes delincuentes tanto como por un gran gobierno.

¿Cómo es que no estamos desplegando un impuesto al carbono y usando eso para reducir impuestos de nómina que desalientan las contrataciones y reducen impuestos corporativos que causan un descenso en la inversión? Muchos economistas -en la izquierda, derecha y centro- coinciden en que un impuesto al carbono, con ajustes para quienes perciben bajos ingresos, tiene muchísimo sentido. ¿Cómo es que nuestros dos partidos políticos no pueden ponerse de acuerdo con respecto a soluciones imaginativas para aligerar la pesada carga de 1.2 billones de dólares en préstamos estudiantiles aún insolutos, digamos, permitiendo que graduados salden préstamos estudiantiles con ingresos previos a impuestos? El Highway Trust Fund (fondo para autopistas), la principal fuente de financiamiento para caminos y tránsito masivo está cayendo en bancarrota, principalmente debido a que republicanos en la Cámara de Representantes de EU no se ponen de acuerdo con respecto a un aumento al impuesto federal sobre la gasolina, ¡que no ha subido desde 1993!

Finalmente, ahora que el programa Obamacare es la ley imperante, los republicanos deberían estarse uniendo a demócratas para fortalecerlo y expandir sus herramientas para reducir costes médicos. en vez de seguir intentando acabar con una solución al cuidado de salud fundamentada en el mercado que originalmente fue una idea republicana.

El partidismo es vital para una democracia saludable -pero no cundo se convierte en un fin en sí mismo, solo en un motor para que políticos reúnan más dinero para ganar más elecciones para reunir más dinero- sin atreverse alguna vez a detenerse y desafiar a su propia base cuando sea necesario. En el Silicon Valley, es mediante la colaboración que se construyen grandes productos con otras personas. En Washington, esa es la forma de destruir la propia carrera. En automóviles y cultivos, los híbridos son las soluciones más adaptables y resistentes; en política actualmente, son tóxicos. Con el tiempo, eso borrará nuestra fuerza.

Me gusta la manera como lo expresa Clive Crook, columnista de Bloomberg View: “¿Puede seguir siendo centrista cualquier pensador político que se respete? Yo diría que no. Para mí, la cuestión es cómo puede ser cualquier pensador político que se respete cualquier otra cosa”. ¿Cómo se puede sostener una seria discusión de política pública sin reconocer soluciones intermedias? Preguntó Crook. “Los verdaderos creyentes de la derecha y la izquierda organizan sus ideas en torno a la esperanza de que no hay una sola. Para los progresivos, ‘imparcialidad’ supera todo lo demás; para conservadores, la ‘libertad’. Equilibrar a cualquiera contra cualquier otra cosa es una violación moral; pero, querría la suerte, la necesidad nunca surge. Si se es progresista, se puede aumentar las tasas fiscales sin desalentar el esfuerzo, y ordenar salarios más altos sin reducir la demanda de mano de obra. Si se es conservador, se puede cortar impuestos sin hacerle daño a servicios públicos que resultan esenciales, y reducir la normatividad sin poner a nadie en riesgo. Si los centristas no siempre intentaron ser corteses, yo diría que esta aversión a puntos medios es infantil”.

El centrismo, notó Crook, no es automáticamente bueno o malo.

Puede ser “inútil y productivo, flojo y vigoroso, tímido y valiente’’. En las mejores condiciones, rara vez pudiera inspirar, pero, en esas mejores condiciones, tiene una oportunidad mucho mejor de prolongar el sueño americano que cualquier partido por sí solo.

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Thomas L. Friedman

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