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Martín Aguirre
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Gran semana para el partido de los indecisos. La "filtración" de un informe producido por el gobierno sobre el uso de tarjetas corporativas en gestiones pasadas, tiró el fardo de la vergüenza sobre el Partido Nacional.

Hecho potenciado por declaraciones de un ex jerarca blanco del Banco República quien dijo que usaba dinero de esas cuentas públicas para pagar sus aportes partidarios.

La noticia, más allá de confirmar lo habitual y persistente que es el abuso de los dineros públicos desde hace décadas, permite hacer varias lecturas interesantes.

La primera es la confirmación sobre la actuación de los medios. Durante todo el proceso de revelaciones periodísticas que terminó con la caída de Sendic, hubo que aguantar a dirigentes oficialistas machacar con el discurso de que todo era un complot de los medios "de derecha", tal vez en coordinación con la embajada americana, la fundación Atlas, el Plan Atlanta y la ropería América de La Paloma, que exhibe esos shorts tan tentadores que no hay quien se les resista.

Pues resulta que uno de esos medios de "derecha" fue el elegido por el gobierno para difundir la información. Y no solo la difundió, sino que la misma fue retomada como título principal de este diario, y todos los informativos de TV. ¿Usted cree que se acabará ahora la visión paranoica y autocomplaciente en el FA que culpa a los medios de todos sus problemas?

Segundo, hay algo que no cierra en esta información. No porque se ponga en duda que había abusos en la gestión pública de parte de todos quienes gozaban de un poco de la sombra del poder en los gobiernos anteriores. De hecho, esa fue una de las grandes razones que llevaron a la ciudadanía a darle la oportunidad al Frente de gobernar. Pero el tema de las tarjetas corporativas está sobre la mesa desde hace al menos un año o dos. Y conociendo cómo se las gastó el gobierno al pobre colono que enfrentó al presidente Vázquez, parece claro que hubo ganas y tiempo como para buscar trapitos sucios de los rivales. ¿Esto fue todo lo que se pudo encontrar? ¿En serio?

A ver, no es por rebajar la importancia de los gastos del señor García Pintos, pero hablamos de una figura que el 99% de la gente hoy no sabe quién es, de unos gastos que son de hace 15 años, y que representan unos 10 mil dólares. Si eso es lo más grave que pudo encontrar el gobierno con años de plazo para investigar, queda la sensación o de que la cosa no era tan grave como muchos nos temíamos en la terrible era pre- progresista, o la reconocida capacidad de enchastre de la maquinaria frenteamplista ha perdido la agudeza de antaño.

Porque encima si ahora el Partido Nacional logra endilgarle toda la responsabilidad del hecho a García Pintos, y éste devuelve los 10 mil dólares en cuestión, ¿no deja esto peor parado a Sendic y a su entorno que nunca devolvieron nada y ya anuncian que volverán a la carga en la próxima elección?

Pero dejando de lado las cuestiones más sutiles, desde el punto de vista del ciudadano de a pie todo este circo alimenta el descrédito del sistema político, y la sensación de que sin importar colores políticos, quien llega al gobierno abusa sin timideces de sus potestades. Colocando al aspirante a yerno, comprando colchones o camisas, o usando la maquinaria del Estado para escrachar a un pobre canario que se le plantó al presidente.

Aunque suene raro, esto puede ser visto como algo bueno. Desde que lord Acton patentó aquella frase "el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente", quien entiende de política sabe que no hay banderas más pulcras que otras. Y que la clave para tener un gobierno honrado no es confiar en la buena fe de sus hombres, sino imponer estrictos límites y contrapesos a su actuación, a la vez que recambiar cada pocos años a quienes ostentan el poder. Otro dicho popular lo establece más claro: "Los políticos son como los pañales, hay que cambiarlos cada poco tiempo, y por las mismas razones". Pero también puede ser visto como algo muy negativo.

La encuesta de Cifra difundida esta misma semana mostró que cuatro de cada diez uruguayos no sabe a quién votar en la próxima elección, un porcentaje totalmente inusitado cuando falta un año y monedas para los comicios, y en un país politizado al máximo como Uruguay. No parece ser una apuesta arriesgada decir que estas noticias y polémicas no van a ayudar a más gente a definirse. Por el contrario, es más probable que estimulen el voto antipolítico y el descreimiento en el sistema. No es el rol de un periodista plantear soluciones. Pero en un esquema sano, la respuesta a todo esto sería una acción conjunta de todos los partidos para imponer controles y reformas que limiten el abuso del dinero público. Dar más potestades al Tribunal de Cuentas, imponer un proceso penal rápido para estos casos, aumentar penas, eliminar plazos de prescripción, fomentar las denuncias, etc, etc. ¿Usted cree que algo así va a pasar a corto plazo? Búsquese una silla cómoda para esperar.

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