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Todavía estamos a tiempo

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Sergio Abreu
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Trump no participa de la idea de equilibrio de poder. Nunca ha sido, por otra parte, el principio rector de la política exterior de los Estados Unidos. El Imperio ha sido su modo histórico de actuar en el escenario internacional.

Luego de la Segunda Guerra Mundial se intentó un equilibrio forzado durante la guerra fría para permitir la gobernanza mundial. Las Naciones Unidas con su Consejo de Seguridad trataron de administrar dos modelos filosófica, política, y económicamente incompatibles hasta la caída del socialismo real y del derrumbe de la Unión Soviética. Los Imperios surgieron nuevamente al impulso de la llamada globalización. China, Rusia, EE.UU. y la Europa a su nuevo estilo actúan como tales; con aliados según las circunstancias, y resistiendo a ajustarse a normas que los contenga o debilite. El Imperio turco e Irán, el antiguo imperio persa, acompañan su accionar con el sustento islámico común con una fuerte influencia religiosa el primero y geopolítica el segundo.

Trump y Putin juegan al guapo del barrio. El populismo sajón del primero se complementa con el zarismo posmoderno que interpreta el segundo. Las sanciones comerciales que aplican unilateralmente las grandes potencias ponen en crisis la gobernanza global, debilitan las instituciones y hacen del derecho un instrumento vulnerable.

El Consejo de Seguridad de ONU es un órgano inocuo resignado a funcionar como una frustrante terapia de grupo. El dictador sirio actuó utilizando armas químicas prohibidas por los Tratados internacionales, recostado a Rusia e Irán; por otra parte EE.UU., Francia y el Reino Unido usaron la fuerza sin tener la autorización del Consejo de Seguridad, aunque el bombardeo a Siria se realizó en consulta con los rusos.

Por otro lado, la UE trata de recuperar al bloque y acusa a Trump de tratarla como enemiga. Merkel anuncia actualizar su aporte a la OTAN, Berlusconi es rehabilitado por la Justicia en medio de una crisis de gobierno en Italia, y los desconcertados jefes de Estado europeos buscan reaccionar ante la decisión de Trump de romper el acuerdo con Irán y trasladar su Embajada a Jerusalén.

Todos los involucrados con intereses cruzados juegan en el límite entre la paz y la guerra tratando de que la humillación no despierte furias nacionalistas. Europa, con tasa demográfica de crecimiento cero, se verá afectada en los próximos tiempos en sus costumbres, sus lenguas e incluso sus religiones, con el ingreso de cientos de miles de migrantes de creencias y culturas diferentes.

Mientras tanto, la crisis del Medio Oriente se reaviva. Trump es el responsable con la pensada estrategia de prender fuegos en todo el planeta y reservar para las grandes potencias militares los acuerdos entre Imperios que hoy ya no presentan problemas ideológicos insolubles. El comercio vuelve a surgir como instrumento del nacionalismo, la multilateralidad de la OMC se fragiliza y las restricciones y sanciones económicas son las armas con que dirimen sus diferencias los más grandes.

Además, la inteligencia estratégica, la tecnología y el espionaje digital instalaron la desconfianza entre todas las potencias. Lo cierto es que todas actúan de igual forma; ocultan datos clave; desarrollan sistemas de espionaje, acceden a información clasificada de otros Estados, amenazan con el uso de armas nucleares llegando a niveles tan impensados, lo que determinó la investigación que sigue el exdirector del FBI Mueller sobre la concertada colusión entre empresas rusas y el equipo de campaña de Trump o las negociaciones con el gobierno de Corea del Norte.

Finalmente, nuestra región acompaña este desgobierno global con aportes tropicales, caribeños y rioplatenses. En Venezuela y Nicaragua se siguen violando los derechos humanos en nombre de los "izquierdos humanos". El fraude electoral amenaza en cada elección. En Guatemala ya se construyó una barraca para los expresidentes presos (algunos con señoras) y otra barraca para los exministros privados de libertad. Los principales empresarios están siendo procesados por financiar fiscales electorales. La corrupción en ese país y Honduras la combaten también comisiones contra la impunidad respaldadas por ONU y la OEA. Colombia celebra elecciones mostrando a Duque, el candidato de Uribe, como favorito, mientras las FARC, con diez bancas por el acuerdo de paz, tienen 18 grupos que no se desarman.

Brasil y Argentina, como se dice popularmente, están en una situación de "mírame y no me toques", más bien, si me miras no me proceses. Afortunadamente la región tiene a nuestro gurú criollo José Mujica que predica el "amor, la honestidad, las virtudes de la educación y el valor de la democracia y de los Derechos Humanos", como Juez Supremo con sentencias aceptadas pero bajo el formato conceptual "de que como te digo una cosa te digo la otra"; acompañado, por el equipo económico que celebra que el déficit fiscal sea cercano a un 4%, el desempleo esté llegando al 10%, y que el Ministerio del Interior y el Mides (MPP y PC) discutan públicamente quién nos cuida mejor, o el psicótico que piensa que 2 más 2 son 5, o el neurótico que sabe que son 4 pero no lo acepta.

En este escenario viviremos un largo tiempo, aunque Manrique, vuelva generación tras generación a recordarnos "como a nuestro parecer cualquier tiempo pasado fue mejor".

De todos modos, debemos ser optimistas en el sentido de que algo podemos aportar para que en nuestro país la gente viva mejor y en libertad. Eso depende de nosotros y la primera tarea es prepararnos para gobernar (que no es lo mismo que ganar). Para eso la dirigencia tiene que cambiar su mirada; solo con pensar que es más importante ofrecer ideas y proyectos capaces de lograr acuerdos extrapartidarios, a que un sector le saque un dirigente a otro sector, el primer paso estará dado. Todavía estamos a tiempo.

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