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El mensaje del presidente

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El mensaje del presidente Vázquez a la población tuvo varias lecturas: unas polí- ticas, otras económicas y varias procedentes de los sectores sindicales y de su propio partido.

Las críticas a sus planteos por el hecho de ser oposición ya no pueden relacionarse con fines electorales. La realidad ha quedado expuesta y las respuestas, si bien dependen del Gobierno con sus mayorías, también deben provenir de todos los actores involucrados en defensa del interés nacional.

No hay recetas mágicas para el déficit fiscal, el endeudamiento, el desempleo, la inflación y los fracasos de las políticas sociales. Sin embargo, la realidad habla por sí sola. La pérdida del grado inversor es una preocupación del presidente, al tiempo que la inflación que llegó a más del 10% es una amenaza a los ingresos fijos, en especial de los más bajos y de las jubilaciones y pensiones.

Hace un tiempo Robert Solow introdujo el concepto de “productividad de los factores” incluyendo l

El mensaje del presidente Vázquez a la población tuvo varias lecturas: unas polí- ticas, otras económicas y varias procedentes de los sectores sindicales y de su propio partido.

Las críticas a sus planteos por el hecho de ser oposición ya no pueden relacionarse con fines electorales. La realidad ha quedado expuesta y las respuestas, si bien dependen del Gobierno con sus mayorías, también deben provenir de todos los actores involucrados en defensa del interés nacional.

No hay recetas mágicas para el déficit fiscal, el endeudamiento, el desempleo, la inflación y los fracasos de las políticas sociales. Sin embargo, la realidad habla por sí sola. La pérdida del grado inversor es una preocupación del presidente, al tiempo que la inflación que llegó a más del 10% es una amenaza a los ingresos fijos, en especial de los más bajos y de las jubilaciones y pensiones.

Hace un tiempo Robert Solow introdujo el concepto de “productividad de los factores” incluyendo los impactos de la tecnología sobre todos ellos; y de ahí surge que la productividad no existe disociada de una buena gestión, sea pública o privada; que no es una palabra, es un desafío y quienes no se ajustan a sus exigencias “fueron” como dicen los muchachos.

Esta es la realidad, pero con una diferencia, el Estado nunca se funde, siempre tiene lugar y recursos para miles de nuevos funcionarios mientras los monopolios públicos representan, para personeros de viejas recetas ideológicas, “la soberanía, la dignidad de un país, la victoria contra el capitalismo explotador e inhumano”, sin importar sus costos.

En Pluna nos equivocamos dijo el gobierno, en Ancap perdimos casi mil millones de dólares entre los “arrumacos solidarios” del populismo bolivariano y todos los uruguayos la volvimos a capitalizar. Antel inventa todos los días un nuevo emprendimiento; en poco tiempo va a competir con Tenfield por los derechos de venta de deportistas profesionales. UTE es una fortaleza que se resiste a separar las unidades de generación, transmisión y distribución para encubrir sus ineficiencias, con la energía más cara del mundo. Y los ejemplos siguen en OSE, AFE, etcétera.

El presidente tiene razón, la prioridad es la lucha contra la inflación, pero no dijo que esta se debe a la conducción política económica de los últimos años, en particular de la administración Mujica. Y el sentido común, ya no los economistas, nos dice que no puede tratarse como si fuera un “dengue” aislado que se combate con repelentes como los que también produce Ancap La inflación es el resultado de toda una gestión que va más allá del corto plazo.

El déficit fiscal araña el 4% y proviene del Estado y de las empresas públicas utilizadas por decenas de “licenciados” interesados en hacer carrera política con dinero ajeno. Mientras tanto, no hay buenos salarios sin empresas prósperas; no hay certezas cuando la inflación nos amenaza; no hay inversores cuando la seguridad jurídica es una “timba” más que un riesgo natural. No hay credibilidad hacia afuera cuando el sector privado se enfrenta a conflictos, ocupaciones, paros sin fundamentos, precios, tarifas públicas y costos que le hacen perder competitividad sin una explicación convincente.

Por otro lado, toda empresa privada que se funde se revive con fondos del Estado (es decir, de los contribuyentes) para que los perjudicados trabajadores jueguen a los empresarios con riesgos reducidos bajo el original invento de la “autogestión”. El desempleo está llegando al 8%; y eso sin contar las decenas de miles que están en seguro de paro.

¿Nadie se anima a decir que entramos en recesión? ¿Que todos los “power point” que hablaron de nuestro desacople de los ciclos económicos están en la papelera? ¿Que el Estado ha ingresado en un proceso “freudiano masoquista”? ¿Que las empresas públicas han creado una “burguesía sindical” que le hace una sangría permanente a ciudadanos, pequeños y medianos empresarios, transformados en “explotados proletarios” según la terminología marxista?

El mensaje del presidente fue dirigido a su propio Partido, al Pit-Cnt y a los especialistas en recaudar como capitalistas y gastar como socialistas sin la menor disciplina. La imagen que transmitió no fue la de un jefe de Estado seguro del camino que va recorrer; más bien de aquel que tiene que dar una mala noticia; que se siente abrumado por las luchas internas que instalaron como tema de discusión nacional si el vicepresidente es o no licenciado en genética. ¿Qué le importa la genética al almacenero que lo asaltan, al enfermo que espera meses para que lo atiendan, a los padres y tantas madres solas que ven a sus hijos fracasar en sus estudios y hacen mil sacrificios para que un colegio privado los preserve o los recupere, así como al productor rural al que le dicen que lo que se le adeuda por sus exportaciones a Venezuela terminó en China?

El único ADN del que se habló y que importa es el de la educación; y todavía, a esa madre de todas las reformas, no se le han identificado ni los cromosomas.

Lo realmente grave es la crisis de confianza que implica no decir la verdad en un tema puntual; porque el que miente en lo chico y es el vicepresidente integra un gobierno que para defenderlo mentirá en lo chico y en lo grande. Y si el hartazgo de la población se traduce en indiferencia, entonces “estamos en el horno”.

Las políticas públicas son efectivas si los gobernantes reconocen que las personas y los sectores productivos responden a incentivos. Y digámoslo bien claro, estos instrumentos son los únicos que pueden contagiar a una sociedad del espíritu de superación. Las burocracias no son el motor de ningún desarrollo, más bien son el derivado de una privatización de las tan mentadas “joyas de la corona” en beneficio de sindicatos y funcionarios públicos.

Con mirar para los costados alcanza. Mujica tomó la opción del tan conocido “estribo brasileño”. Brasil decreció el 3.8% en el 2015 y un millón y medio de trabajadores perdieron su empleo; tendencia que se confirma para el 2016.

Dilma Rousseff tiene un apoyo popular del 12% y se hunde en medio de una guerra interna en su propio partido (el PT), mientras su mentor, el expresidente Lula, modelo del sindicalista brasileño, se encuentra declarando ante la Justicia por sus confusas relaciones con grandes empresas.

Y no hablemos de la “Revolución Socialista bolivariana”. El presidente y su partido saben cuál es su realidad y su destino, pero no están dispuestos a dejar de utilizar la palabra mágica “izquierda” porque es el único amuleto fetichista al que le queda algo de peso como “moneda electoral”.

La Justicia no tardará en encontrar más responsables de esta “herencia maldita” que bien conoce el presidente Váz-quez y que ha tenido a las empresas públicas y a sus monopolios como la única posición dominante que hace temblar la economía del país.

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Sergio Abreu

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