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El impacto económico

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RUBENS BARBOSA
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El impacto global de coronavirus es el resultado del peso de la economía china y de las facilidades de transporte y comunicación traídas por la globalización. En 2005, cuando surgió la epidemia del SARS, China representaba el 4% de la economía mundial y no tuvo las consecuencias actuales.

Hoy, China representa el 17%, se convirtió en la segunda mayor economía del mundo y es el país importador y exportador número uno.

El problema se agravó porque el mundo se volvió dependiente de muchas cadenas globales de abastecimiento originadas en la creciente producción industrial china, pero el sector privado ignoró las potenciales consecuencias de la dependencia global de la producción de partes y componentes más baratos de origen predominantemente chino.

Nadie va a continuar concentrando la producción industrial solo en China. Vietnam y otros países se van a beneficiar. La situación es tan grave que Xi Jinping, el líder chino, dijo públicamente que de no ser contenida rápidamente, China podría correr el riesgo de tener su estabilidad económica y social amenazadas.

Aparentemente, las medidas de aislamiento de China están produciendo resultados en la contención del virus en el país, pero van a tener un efecto significativo en la reducción del crecimiento de la economía china, que podrá caer por debajo del 4% y del comercio exterior del país. El cierre de fábricas afectó la cadena de abastecimiento industrial. Carreteras y puertos bloqueados, turismo, Bolsa de Shanghái, construcción civil, consumo de petróleo, fueron algunos de los sectores afectados.

La disputa por la hegemonía en el siglo XXI con Estados Unidos, en el área comercial y tecnológica, aumentó la inseguridad por las medidas proteccionistas tomadas, en oposición a la OMC. La guerra del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia, agregó un elemento más de incertidumbre en el mercado internacional.

La previsión para 2020 era de una baja en el crecimiento de la economía internacional, que ya se venía desacelerando, según datos de la OCDE, y de la reducción del dinamismo del comercio internacional por debajo del 2,5%, según datos de la OMC. Con la crisis epidémica y del petróleo, se vuelve a percibir en el aire la amenaza de una recesión global y una sensible reducción del comercio exterior.

En ese mundo de transformaciones y grandes incertidumbres económicas y políticas para los próximos meses y años, Brasil -el gigante sudamericano- enfrenta desafíos internos y externos.

El mayor desafío interno que el gobierno brasileño enfrenta es el de crear condiciones para volver al crecimiento y a la reducción del empleo. La primera prioridad en este momento es el combate al coronavirus, para minimizar los efectos sobre la salud pública y reducir el riesgo de volver a la recesión económica. Esas dificultades se dan en el momento en que el país estaba buscando normalizar su economía y volver a crecer a niveles elevados.

Las dificultades políticas en la relación entre el Congreso y el Ejecutivo hacen difícil que mejore el ambiente de negocios. Por eso, es impostergable mejorar la seguridad jurídica para mantener y ampliar la inversión, mejorar la competitividad con la aprobación de las reformas tributarias y del servicio público, avanzar en el ajuste fiscal, tomar medidas para simplificar y modernizar la reglamentación. Con eso, se reduciría el costo Brasil y se haría viable la inserción externa y la negociación de acuerdos de libre comercio sin perjuicio para las empresas y el empleo.

En el área externa, todavía hay personas que no aceptan el hecho de que desaparecieron las fronteras entre lo que ocurre en el exterior y el impacto en las políticas económicas, financieras y externas. Hoy en día ningún país es una isla y está aislado de lo que sucede en otras partes del mundo.

Con la falta de componentes y repuestos chinos, las empresas nacionales de los sectores electro-electrónico, automotor y químico empiezan a sufrir desabastecimiento. Las incertidumbres políticas y económicas globales y regionales tienen un impacto en la economía brasileña.

La disputa entre China y Estados Unidos afecta directamente a Brasil por el fracaso de la OMC, por iniciativas proteccionistas y por el dilema de decidir sobre temas de intereses conflictivos, entre las dos potencias, como la licitación de la red 5G. La política ambiental y de desarrollo sustentable pasaron a influir en las negociaciones comerciales y puede afectar la ratificación del acuerdo del Mercosur con la Unión Europea, en caso de que el gobierno brasileño mantenga la retórica y las actuales políticas en esa área.

En tiempos de coronavirus, más que nunca, se necesitará un liderazgo efectivo del gobierno para enfrentar los desafíos internos y externos en la defensa del interés nacional.

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