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Brasil ante el mundo

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Rubens Barbosa
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El presidente electo Jair Bolsonaro enfrentará el más imprevisible y complejo escenario internacional desde 1945: multilateralismo (ONU y OMC) y globalización bajo ataque con amenaza concreta de una guerra proteccionista, que pone en peligro el orden liberal.

Siendo Brasil una de las diez mayores economías del mundo, se espera que el nuevo gobierno responda a esos desafíos y busque restaurar y ampliar la voz de Brasil en el escenario internacional y reinsertar al país en los flujos dinámicos de la economía y del comercio exterior.

Políticas equivocadas en los últimos 15 años colocaron a Brasil en una situación de aislamiento en las negociaciones comerciales, de atraso en la innovación y tecnología, de pérdida de poder e influencia, de pérdida de espacio en el comercio internacional y de manufacturas, además de haber crecido por debajo del promedio mundial y de los países en desarrollo.

Las prioridades deberían ser definidas a la luz del actual interés nacional y de las transformaciones del escenario internacional en el siglo XXI, sin trascendentalismos ideológicos. Parece evidente que los principales intereses estratégicos de Brasil se encuentran en Estados Unidos, en Europa y en Asia, en especial con China. La integración regional debería merecer una atención especial, ya que a Brasil le interesa ampliar la liberalización comercial, profundizar los acuerdos vigentes y la integración física. Con relación al Mercosur, habría que acelerar la recuperación de sus objetivos iniciales y avanzar en las negociaciones con terceros países.

La relación con Venezuela debería merecer una atención especial por el impacto sobre los intereses brasileños (tráfico de armas y drogas, refugiados, deuda), así como también deberían ampliarse las medidas de coordinación con nuestros vecinos para la protección de las fronteras con el fin de combatir el tráfico de armas y de drogas.

En las organizaciones internacionales, Brasil tendrá que ampliar y dinamizar su acción diplomática en los temas globales, tales como sustentabilidad, energía, tráfico de armas y de drogas, combate a la corrupción, así como también en los nuevos temas, tales como terrorismo, guerra cibernética, control de internet, y en los asuntos de paz y seguridad (la ampliación del Consejo de Seguridad, operaciones de paz, no proliferación). Brasil tiene que continuar defendiendo los valores que preciamos internamente, como la democracia y los derechos humanos, en especial en América del Sur.

A pesar de las declaraciones en contrario hechas durante la campaña, los mayores intereses de la continuidad de la política externa aconsejarían que temas sensibles como el cambio de la Embajada para Jerusalén, la suspensión de las relaciones con Cuba, la relación con Taiwán, la salida del Mercosur y de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) no prosperasen por las implicaciones políticas y también económicas y comerciales.

No se puede postergar una nueva estrategia de negociaciones comerciales bilaterales (acuerdos en la región y fuera de ella), regionales (Mercosur) y globales (Organización Mundial de Comercio) para poner fin al aislamiento de Brasil, con énfasis en la apertura de nuevos mercados y en la integración de Brasil a las cadenas productivas globales para el crecimiento económico, al aumento de los flujos de comercio exterior y de la inversión externa, con el objetivo de generar empleos. Deberán finalizar las negociaciones entre el Mercosur y la Unión Europea y deberán estimularse los entendimientos con Canadá, Singapur, Corea y Asociación Europea de Libre Comercio y el acuerdo con países asiáticos (TPP).

Las actividades de promoción comercial y de captación de inversiones en innovación y tecnología deberían ser ampliadas por intermedio de la Agencia de Promoción a las Exportaciones e Inversiones (APEX) la cual debería permanecer integrada a Itamaraty.

La agenda de temas pendientes en el sector externo no podrá esperar por mucho tiempo: unas de las más medidas más urgentes serán la de reaccionar a la decisión del órgano de apelación de la OMC sobre el pedido de la UE y de Japón para cambios en la política de incentivos del sector automotor y de informática, la crisis en Venezuela y la relación con Brasil, los problemas con los refugiados y las medidas para fortalecer el control de nuestras fronteras.

Otras decisiones urgentes incluyen la campaña de descrédito de Brasil en el exterior, la adhesión a la OCDE, el acuerdo de salvaguarda tecnológica con Estados Unidos para viabilizar la Base de Alcántara, las medidas proteccionistas de EE.UU., de la UE, de China y de Rusia, la prioridad del Mercosur, las negociaciones de los acuerdos comerciales, especialmente con la UE y con Canadá, además de lo que queremos del Brics, que se reunirá a nivel presidencial en Brasil.

Presidente del Instituto de Relaciones Internacionales y Comercio Exterior (Irice)

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