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Un acuerdo histórico

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RUBENS BARBOSA
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El Mercosur y la Unión Europea (UE) terminaron el 28 de junio las negociaciones de un ambicioso Acuerdo de Asociación Estratégica, que incluye tres vertientes: política, cooperación y libre comercio.

Se espera la divulgación de los términos del Acuerdo de Asociación, que establece la manera cómo se desarrollará el diálogo político, incluso multilateral y la cooperación, para conocer su alcance y cómo fueron tratados los intereses nacionales.

No queda duda sobre la importancia del acuerdo con la UE, nuestro segundo socio comercial del grupo y el primero en inversiones. Las informaciones divulgadas hasta ahora dan una idea general del marco y de las principales directrices del acuerdo de libre comercio entre las dos regiones, pero no permiten aún realizar un análisis objetivo sobre el resultado de las negociaciones porque no se divulgaron ni las listas de productos y sus cronogramas de reducción de tarifas a lo largo de diez años, ni el small print, o sea los detalles relevantes de la negociación.

El acuerdo pone fin a un largo período de más de 20 años de aislamiento del Mercosur y de Brasil en las negociaciones de acuerdos comerciales. Mientras que en ese período el Mercosur firmó tres acuerdos (Egipto, Israel y Autoridad Palestina), según la OMC, se firmaron más de 250 acuerdos comerciales en el mundo. Aislado, Brasil perdió espacio en los flujos dinámicos del comercio internacional y participa en menor forma en las cadenas de valor global en el intercambio entre empresas. Con la firma del acuerdo, a contramano del movimiento global que tiene al proteccionismo y las restricciones al libre comercio, el Mercosur vuelve a tener visibilidad y debe acelerar las negociaciones con el AELC (Acuerdo Europeo de Libre Comercio), Canadá, Corea y Singapur.

La apertura de los mercados con tarifa cero se dará dentro de diez años para la mayoría de los productos. La Unión Europea deberá reducir el impuesto de importación de forma más rápida (92% de los productos) que el Mercosur (72%). En el área agrícola, los europeos tendrán diez años para eliminar las tarifas de 81,8 por ciento de los productos, mientras que el Mercosur 67,4 por ciento.

Para aprovechar las preferencias tarifarias recibidas y para mantener la participación en el mercado interno, los productos industriales deberán mejorar significativamente su competitividad y pasar a recibir un tratamiento igualitario en relación a lo producido en otros países. Si eso no ocurre, será difícil competir en el mercado europeo con la importación de otras regiones.

No se puede esperar diez años para que Brasil ponga la casa en orden y apruebe reformas, como la de la seguridad social y tributaria, promueva una reforma de la estructura tarifaria interna, un amplio programa de desburocratización, de simplificación y facilitación de negocios y de mejora en la logística (puertos, carreteras y vías férreas) a fin de reducir el llamado costo Brasil.

Ese tributo para las empresas que actúan en Brasil llega a más de 30% y hace que el producto brasileño sea poco competitivo. En paralelo, un eficiente programa de innovación por par- te de la empresa y de políticas públicas ayuda-rá a modernizar la operativa de las empresas que producen para el mercando interno y exportan.

Será importante que el gobierno y el sector privado actúen conjuntamente, porque el objetivo común es el de generar confianza para que vuelva la inversión que va a permitir el crecimiento de la economía y la reducción del desempleo. El acuerdo con la UE, así como la entrada en la OCDE, forzará al gobierno y al sector privado a trabajar junto con el Congreso Nacional, para la aprobación de la legislación que saque a Brasil del atraso en el que se encuentra, sobre todo en términos tecnológicos.

Con una visión de futuro y cumplida la agenda interna de recuperación de la competitividad, además de la conclusión de los acuerdos que están siendo negociados, el próximo paso podría ser una aproximación mayor no con Estados Unidos, como fuera mencionado por Bolsonaro y Macri, de difícil concreción por las políticas de Trump, pero sí con los países de Asia, el polo dinámico del comercio internacional. Sería importante hacerles notar a los países miembros del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) -el acuerdo de 11 países, integrado por Japón, siete países asiáticos, México, Chile y Perú- la intención de Brasil y del Mercosur de unirse al grupo.

El acuerdo Mercosur-Unión Europea puede ser el elemento catalizador de todo un programa interno de negociación externa que permitirá la expansión del comercio exterior brasileño.

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