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A vos, dosmilveinte

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RLDRIGO CABALLERO
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En televisión y redes sociales abundan los videos donde personajes enojados, generalmente representando sujetos aspiracionales, le hablan al año 2020 como si se tratase de una entidad cruel que desplazó de una patada al inofensivo 2019 para sembrar el mal en la Tierra.

Las figuras de esos videos, que generalmente pronuncian su speech mientras caminan con paso firme por campos y ciudades, se dirigen a ese enemigo común de la Humanidad usando palabras y tono desafiantes. Lo increpan, lo pesadean y le aseguran que, con la ayuda de los televidentes, lo van a derrotar. Porque somos solidarios, aseguran, porque creemos en el prójimo. Porque, a diferencia del maldito dosmilveinte, somos buena gente.

Si bien es evidente que se trata de una metáfora, también es claro que es una de las más simples y zonzas jamás redactadas. De acuerdo a ella, toda la culpa de los males que ocurrieron desde febrero hasta hoy, fueron provocados por una causa cronológica, un capricho redondo del calendario gregoriano.

Te vamos a echar, dosmilveinte. Viniste a arruinar nuestra armonía, pero no vas a poder con nosotros. Te queda poco, dosmilveinte. Juntos y unidos te vamos a destruir, aseguran lo actores mientras miran a la cámara donde hacen de cuenta se encuentra el enemigo, pero al mismo tiempo el aliado, usted.

Justo usted, que sabe perfectamente que los años son apenas una convención creada para hacer más ordenada la vida en sociedad. Como los minutos o el metro lineal.

Entonces ¿por qué no hay avisos de televisión o videos virales de WhatsApp en los cuales un tipo bien vestido y con mejor cara de enojado, seguro de sí mismo, en lugar de hablarle a una referencia del calendario, que no escucha ni ve, se dirige a los líderes que alentaron la concurrencia a las diferentes marchas y manifestaciones acontecidas en los últimos meses? ¿Por qué nadie le habla de frente a los que acudieron a la convocatoria?

Que alguien les diga -con la misma severidad con que se le habla al 2020- te vamos a destruir, político de pacotilla, por hacer todo lo contrario a lo que se había acordado hacer.

O bien: te queda poco, líder de masas sin escrúpulos, por querer encerrar a la población en una cuarentena obligatoria sólo para arrimar agua a tu molino.

¿Por qué no circulan piezas audiovisuales que increpen a esos compradores tardíos que en las fechas previas a la Navidad abarrotaron los shopping centers?

Háblenles a ellos no al dosmilveinte.

Desafíen a los que arman fiestas clandestinas y a los que las hacen tener éxito de concurrencia. A los que se juntan de a muchos en la esquina a tocar los tambores o a hablar de bueyes perdidos. A los que comparten el mate en la plaza. A los que se niegan a usar tapabocas en espacios cerrados, a los que dicen que no usan alcohol porque les seca la piel de las manos y a los que creen que todo esto es un plan para dominar a la población mundial.

Interpelen a ellos, no al dosmilveinte.

El año que termina, como todos los años desde que se creó el calendario, finaliza el 31 de diciembre. Pero los males no van a terminar con él. Y entonces ¿qué piensan hacer los genios creativos cuando llegue el primero de enero y los casos de COVID sigan subiendo? ¿Van a dedicar sus críticas al 2021 por ser tan malvado como su hermano mayor?

Pongámonos serios que la solución a los problemas no está en las metáforas ni en el almanaque, sino en cada uno de nosotros.

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