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El Uruguay inverosímil

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RODRIGO CABALLERO
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La noche del 23 de junio de 2019, en una cárcel de baja seguridad en el centro de Montevideo, el italiano Rocco Morabito, capo de la mafia calabresa y uno de los diez hombres más buscados del mundo, aprovecha que las cámaras de seguridad no están operativas y se da a la fuga junto a tres presos comunes.

Lo hacen trepando un muro lateral de la prisión, lindero con un edificio de apartamentos. A través de una ventana abierta ingresan a la sala de estar de una anciana que se ve obligada a facilitarles la huida.

Si bien puede parecerlo, no es este el guión de una película. Si lo fuera, fallaría por ignorar uno de los elementos clave de la narrativa: la verosimilitud. Ese pacto entre el espectador y la obra en el cual el primero acepta creer que Marlon Brando no es Marlon Brando sino Vito Corleone. Nadie, con un mínimo de sentido crítico, aceptaría que una cárcel funcione en pleno centro de una capital. Con casas de familia alrededor. ¡Tampoco que las cámaras no graben!

Lo verosímil no tiene por qué ser verdadero. Basta con que aparente serlo. Con que resulte creíble. No como el cuento de la fuga de Morabito, que no se lo cree nadie. Un claro ejemplo de una historia real pero inverosímil.

Tan inverosímil como lo que plantea la nota de Deutsche Welle (DW), la cadena alemana, en la cual una conductora informa que en el último año se han registrado en Uruguay 49 casos de amenazas a la libertad de expresión de periodistas. Para respaldar la afirmación, presenta al Dr. Edison Lanza, ex Relator para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y hoy al frente de las comunicaciones y relaciones internacionales de Canelones. Entre otras cosas, Lanza suelta a la cámara imprecisiones de este calibre: “el sindicato de periodistas ha hecho una serie de relevamientos y ha manifestado, digamos, que... este… la investigación que hizo y las fuentes que consultó, habría habido algún tipo de presión de parte del gobierno”. Eso lo dice refiriéndose al despido del director de Subrayado, Eduardo Preve. La credibilidad se hace trizas cuando Lanza busca legitimar sus dichos involucrando al sindicato de periodistas, institución presidida por Fabián Cardozo, recordado por la inverosímil historia que protagonizó junto a Pettinati y al exdirector de TNU, Ernesto Kreimerman, en Canal 5. ¡Estirá Fabián, estirá!

También es imposible tomar como real la anécdota que le tocó vivir recientemente al Director de la Biblioteca Nacional, Valentín Trujillo. Invitado a un foro de opinión para que compartiera las suyas, resultó censurado porque sus dichos no resultaron del agrado de los inquisidores de turno. Incluso los propios responsables del foro, quienes invitaron a Trujillo a participar, firmaron una carta repudiando sus palabras. De no creer.

Pero si vamos a hablar de verosimilitud y credibilidad, es imposible evitar mencionar de qué manera ha pisoteado la suya el científico Gonzalo Moratorio cuando sostuvo, en Desayunos Informales, que los uruguayos no merecemos estar en el lugar que estamos respecto a la pandemia. ¿Desde cuándo las enfermedades se merecen? O mejor dicho, desde cuándo los científicos consideran que la naturaleza maneja parámetros morales humanos que utiliza para castigar o recompensar?

Créame, amigo lector, esta ha sido una semana increíble. Llena de historias inverosímiles. Pero lamentablemente reales.

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