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Messi, Cosse y el doctor

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RODRIGO CABALLERO
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Una vez, un periodista de esos a los que les gusta quedar bien con la audiencia bienpensante, le preguntó a un célebre cardiocirujano argentino si no le parecía una injusticia que Messi recibiera, por patear una pelota, tanto más dinero de lo que él percibía por salvar vidas.

El entrevistado fue lapidario. Palabra más, palabra menos, le respondió: “Millones de personas alrededor del mundo pagan para ver a Messi jugar al fútbol. Nadie gastaría un solo peso para verme operar”.

La respuesta afirma que lo que cada uno gana no debería responder a merecimientos definidos por subjetividades morales o de cualquier tipo, sino a algo mucho más objetivo y por ende justo: resultados.

Injusto sería que Messi, principal responsable por la millonada de euros que el público gasta en entradas al estadio, abonos a la televisión por cable, camisetas, llaveros y demás chirimbolos con su cara o su nombre, se llevara para la casa lo que “merecería” de acuerdo al entender del periodista en cuestión. Si Messi no recibiera las sumas que tanto incomodan a los justos, alguien se estaría guardando la diferencia. El viento no se la va a llevar.

Quizá el periodista entienda que salvar vidas es más importante que entretener a la gente. Y está en todo su derecho a pensar así. Pero seguramente lo haga porque basa su análisis en lo concreto, en comparar una intervención quirúrgica con un partido de fútbol, sin considerar los negocios, empleos y changas que surgen de una y de la otra. Así como el trabajo del médico redunda en el beneficio de su paciente, sus seres queridos y algún proveedor de insumos médicos, son cientos o miles los que cosechan el valor que produce la habilidad de Messi.

Todo lo contrario ocurre con la Intendencia Municipal de Montevideo y su canal TV Ciudad. Allí el criterio es el opuesto al que expuso el cirujano en su respuesta al periodista soñador. La IMM parece distribuir el dinero de sus contribuyentes de acuerdo a la subjetividad del Intendente de turno y de su partido. Y esa subjetividad no es otra cosa que sus propios intereses. Fíjese nomás en los US$ 5,7 millones anuales que se destinan al funcionamiento de un canal que, de acuerdo a las mediciones, tiene una audiencia virtualmente nula. A pagar salarios y cachets de figuras cuyo aporte a la comunidad, si se toma como medida el rating, es inexistente. Montañas de billetes verdes que bien podrían ser empleados en otros rubros en los que el municipio se reconoce en un profundo debe con la ciudadanía: la basura y el tránsito para ir a los más obvios y a los que nadie sería capaz de discutir.

Lo que sí es discutible es la utilidad para la comunidad de un canal municipal que emite contenido político partidario en forma casi permanente. También se presta para la discusión si las 48 contrataciones directas efectuadas por la actual gestión, con salarios promedio de $ 107 mil mensuales (suman US$ 1,5 millones al año), generan un valor que las justifique o son apenas subjetivas convicciones de merecimiento que tiene la Intendenta. Ni hablar si la comuna realmente precisa gastar US$ 3 millones en un servicio de prensa, comunicación y relaciones públicas. Todas estas son discusiones que se saldan fácilmente con datos concretos. O con simples comparaciones como la realizada por el edil del Partido Nacional, Diego Rodríguez: “la compra de licencias para transmitir los partidos de la NBA por TV Ciudad por un total de US$ 1 millón, es el doble de lo que le otorga el plan ABC al rubro nutrición infantil”.

Prioridades de la IMM basadas en subjetividades.

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