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Estrés permanente

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RODRIGO CABALLERO
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Recién hace un mes, dos meses, volví a recuperar la memoria de qué hice el día anterior, por el agotamiento", dijo el último candidato a la presidencia por el Frente Amplio y exintendente de Montevideo, Ing. Daniel Martínez, a un periodista de Canal 12.

La confesión tuvo lugar el pasado domingo y sorprendió a propios y ajenos. Las exigencias de la campaña electoral, que derivó en su derrota ante el actual Presidente Dr. Luis Lacalle Pou, agotaron las fuerzas de Martínez y le generaron lo que él mismo definió como “estrés permanente”. Se trata de una afección psicológica que según explicó el candidato a la IMM por el Frente Amplio, altera la memoria a corto plazo y resulta, además, un indicativo de la manera en que las personas “se toman las cosas”. Esto último debe interpretarse de la siguiente forma: si usted le asigna demasiada importancia a sus responsabilidades cotidianas, probablemente lo agarre un “estrés permanente” que le provocará incapacidad de recordar lo que hizo ayer mismo. Y mañana le impedirá recordar lo que hizo hoy, emparentándolo así con el protagonista de Memento, aquel film de ciencia ficción donde el personaje olvida lo que acaba de hacer.

La afección mencionada no es algo que deba preocupar mayormente a la población de Uruguay, dado que el exjerarca municipal, si bien por muy escaso margen, no logró alcanzar la Presidencia y esos meses en los que no se acordaba de na-da los empleó en “trabajar en la creación de un dispositivo que pueda ayudar a algunos pacientes con coronavirus”. Cabe señalar que quienes escuchamos sus promesas no padecemos ese tipo de estrés y nuestra memoria sigue intacta, por eso aún esperamos los resultados de esa nobilísima gesta anunciada a través de su cuenta de Facebook.

Otra hubiera sido la historia si el resultado de la elección le hubiese sido favorable y el traspié psicológico lo encontraba, no creando un respirador artificial de factura casera junto a sus excompañeros de fábrica, sino a la cabeza del gobierno nacional, obligado a tomar decisiones de alta complejidad frente a una situación límite como fue la llegada del Covid- 19 a Uruguay. De acuerdo a la precisión cronológica realizada por Martínez, el conflicto actuó entre la campaña y “hace un mes, dos meses”, pleno momento en que el país precisaba de un líder con todas las facultades mentales y espirituales funcionándole al cien por ciento. O por encima incluso.

Como se dijo, el problema sufrido por Martínez no debe preocupar a todos los uruguayos, pero enciende una clara alarma para los montevideanos. La campaña por las elecciones municipales está a la vuelta de la esquina y, si bien el principal candidato del Frente Amplio para ocupar el cargo ya se siente recuperado, el trajín de la misma puede conducirlo a un nuevo pico de estrés permanente, con su consecuente deterioro de memoria inmediata, agotamiento, impedimento de actuar o reflexionar con claridad y pérdida de la esencia, que en el caso del candidato, se traduce, según consignó en la entrevista, en una pérdida de lo que siempre fue suyo: “la frescura”.

Una capital como Montevideo, con una profusa lista de problemas a resolver, que van desde el tratamiento de la basura al caótico tránsito, deberá evitar un capitán que se descompone cuando la tormenta arrecia. Estómago fuerte y pulso firme es lo que se espera del timonel que vaya a conducir los destinos de Montevideo.

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