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El tren fantasma

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Por estos días se acabó el Tren Fantasma. No está más. Tema propicio para un tango o mejor aún para la triste letra que expresa el cantar "alegre" de las murgas compañeras.

Por estos días se acabó el Tren Fantasma. No está más. Tema propicio para un tango o mejor aún para la triste letra que expresa el cantar "alegre" de las murgas compañeras.

Los que raudamente superamos los 60 años, le recordamos de cuando nuestros padres nos llevaban de niños y en el Parque estaban los mismos juegos que hasta ahora, expresión simbólica de una inamovilidad intelectual propia de las administraciones municipales de Montevideo.

Pero, queda un tren fantasma nacional a evocar.
Hay dos sistemas políticos en el mundo moderno, la democracia liberal y los gobiernos totalitarios y autoritarios, dentro de los que cuadran las oligarquías "socialistas" y populistas. Y hay en economía una sola referencia: el capitalismo. Así sucede desde la revolución industrial, la máquina a vapor y el maquinismo a partir del siglo XVIII.

Tiene dos expresiones, una -el capitalismo liberal- es el de la de la libertad económica, el respeto de la propiedad privada, y los contratos; la otra -el capitalismo de Estado- es aquel en que la dueña de los medios de producción es la oligarquía gobernante, burocracia normalmente inepta y acomodada, dueña de la hacienda y la vida de los súbditos, que es la que les dice lo que deben hacer, producir, donde y como vivir, de lo que deben informarse y a los que mete presos brutalmente si no responden a sus órdenes.

El mundo enseña que democracia liberal y economía liberal van de la mano y que a los países que le practican les corresponde el liderazgo en condiciones de vida social y progreso científico y tecnológico. La otra, la "socialista-populista" es expresión del estancamiento y la decadencia. Son dos paradigmas que lógicamente conocen situaciones intermedias.

Al sobreviviente tren fantasma nacional lo promueven el Frente Amplio y su brazo activo el partido comunista y su Pit-Cnt. Todos los días generan inseguridades ciudadanas, además de la pública. La llamada "ley de responsabilidad empresarial" que amenaza con llevar presa desde doña María si tiene una colaboradora doméstica que le ayuda en su casa, hasta a un capataz de obra, sin mayor análisis de si tuvieron o no culpabilidad en un siniestro, aclara muchas cosas. Su procesamiento ha presentado particularidades que paso a enumerar:

1) El multimillonario empresario médico que lidera (¿?) al frente populista dijo que mejor era no sancionarla como venía, porque podía ser inconstitucional. Con su habitual cinismo, votada la ley, dijo que "era una suerte" que estuviese aprobada.

Todos los "moderados" del conglomerado socialoide encabezados por el inefable Astori, maestro en el echar para atrás, dijeron que se oponían al proyecto porque era inconstitucional. Sin embargo sus coherentes legisladores ¿quizás "engualichados"?, levantaron la mano para que el mamarracho se hiciese ley.

3) Una horda roja del partido comunista rodeó "de pesado" al Parlamento enseñándonos cual es su respeto por el mismo.

4) Quedó claro que en el frente quien en verdad manda es el apolillado y totalitario comunismo vernáculo y afines. Lo demás es cretinismo útil.
La suma de medidas populistas de esta progresiva década perdida son sin duda un freno muy grave al emprendimiento y la inversión nacional. Unánimemente así los dijeron todas las cámaras empresariales. Y, téngase presente que los más castigados serán los empresarios más chicos y la empresa familiar.

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Ricardo Reilly Salaverri

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