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Soldados y futuro

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Ricardo Reilly Salaverri
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Ninguna patria del Sur ha defendido más veces y con más desesperación su autonomía. No hemos querido ser ni ingleses, ni argentinos, ni brasileños; y todas esas codicias ensayaron la garra en nuestro suelo" (Luis Alberto de Herrera, "El Uruguay Internacional").

Nuestros antecedentes históricos como país, y la ubicación entre dos vecinos mucho más grandes y poderosos que nosotros, nos imponen, amén de otros desafíos contemporáneos como el narcotráfico y la cofradía terrorista latinoamericana, la existencia de unas fuerzas armadas ajustadas al tiempo que vivimos.

José Gervasio Artigas (nacido en 1764) era un criollo de tercera generación de hispanoamericanos. Su abuelo en 1730 y luego su padre prestaron servicios en la milicia, que tenía a cargo la persecución de la delincuencia, así como la de cuatreros y faeneros portugueses. Los Artigas se desempeñaban como hacendados. La habitualidad con el medio rural, le dio a nuestro prócer facilidad en el trato con los gauchos y los indios. Al crearse el Cuerpo de Blandengues, incipiente ejército, José Gervasio Artigas le integró contribuyendo a defender la frontera y mantener el orden en la campaña. Hablamos de una realidad que siempre es contemporánea.

Urge una política sobre Fuerzas Armadas en la hora que vivimos. Ladeando la persecución ideológica que impulsa buena parte del Frente Amplio que promueve su desmotivación, considerando su situación institucional como una mera cuestión de caja. Ignorando que fueron los cuarteles y las estancias, la vanguardia de la ocupación humana del suelo oriental, en circunstancias de vida cimarronas, permitiendo el control del estado nacional sobre el territorio. Y, que dicho territorio se acrece actualmente con nuestras fronteras fluviales, y nuestra enorme posesión marítima. Tanto las fuerzas de tierra, como las de aire y mar, han sido lesionadas en la atención de sus necesidades. Hablamos de decenas de miles de compatriotas, oficiales, soldados y sus familias, tanto personal activo, como personal retirado. Se les ha restado presupuesto, incluyendo a los servicios de sanidad que abarcan a ese universo enorme de gente, en el que la mayoría son personas de bajos ingresos. En la era de los drones, no hay aviones, ni una política elemental de cuidado de nuestras costas, ni tampoco de abastecimiento y modernización armada de las fuerzas terrestres. Hasta se plantea la destrucción del liceo militar. Una de las instituciones de educación estatal más eficientes de la república. Que forma a personas que deben actuar en un régimen de verticalidad y disciplina especial, como ocurre en todos los países respecto de quienes reciben el mandato de la sociedad de portar las armas para su defensa.

A nadie escapa que además son las fuerzas armadas el recurso primero, cuando no el único, para asistir a la población en situaciones imprevistas y extremas como huracanes, e inundaciones, y hasta para humildemente levantar con dignidad la basura de Montevideo, cuando el sindicato del área se declara en huelga…

El oficialismo está discutiendo sobre el particular solo el tema de las pasividades y de la caja. Es de irresponsabilidad supina desmerecer un cometido esencial del Estado. Hacia delante, esperando cambie el signo del gobierno, el tema debe encararse en su totalidad. En consulta con quienes tienen responsabilidad en el manejo profesional de la institución. Lo exige la modernización y progreso de nuestra sociedad.

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