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El petróleo y nos

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Ricardo Reilly Salaverri
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Cuando nuestro país padece los precios más altos de la región y de los peores del mundo en energía eléctrica y en nafta y gasoil —tomando como referencia a civilizaciones organizadas— lo que castiga severamente a la producción y la industria exportadora nacional, empleo y trabajo incluidos, valen alguna reflexiones.

Nos limitaremos a comentar sobre el petróleo y el gas natural no convencional shale oil, materia prima de las naftas y el gasoil.

El petróleo ha sido conocido desde la antigüedad en prácticamente todo el mundo donde el producto estuvo naturalmente disponible. Su uso orientado fundamentalmente a la luz o el calor en invierno cobró un giro especial a partir de comienzos del siglo XX con el surgimiento del motor a combustión interna y la aparición del automóvil como hoy lo conocemos. Luego cobraría especial significación con su aplicación militar en camiones, tanques, aviones y barcos de guerra. Convertido en medio estratégico del ajedrez del poder mundial, su presencia se advierte entre las causas de innumerables conflictos bélicos entre los que revista la Segunda Guerra Mundial. Históricamente pasaron a dominar el escenario de la exploración, refinación y distribución del citado bien empresas que pasaron a ser corporaciones multinacionales de volumen imponente, entre las que destacan la Exxon fundada por John Rockefeller en Estados Unidos (1870) y la Royal Dutch Shell Group (1907), perteneciente a las casas reales de Holanda e Inglaterra. En Oriente Medio con su base en la explotación del gas iraní, surgió con relieve similar la British Petroleum (1908).

En América Latina, la presencia de las poderosas empresas petroleras promovió en el siglo pasado movimientos nacionalistas. Así nacieron entes públicos encargados de la magna tarea de ser muralla ante los depredadores planetarios. Lo que hoy vemos son empresas "imperialistas" de capacidad y suceso imparable por un lado, y fracasadas realidades estatales "progresistas" por otro.

Del fracaso los premios se los lleva casi todos la Venezuela chavista de Maduro. Con las mayores reservas petroleras del mundo, una oligarquía se apoderó de la suma de los poderes públicos y las armas, y Pdvsa, petrolera estatal está fundida. En Brasil, el gigante Petrobras, fue la punta de la madeja que llevó a descubrir un saqueo monumental al empobrecido pueblo brasileño, a cuyo frente estaban los expresidentes Lula Da Silva y Dilma Rousseff. Hay capitalistas privados y políticos presos y una crisis social sostenida. En Argentina, durante la presidencia de Carlos Saúl Menem, se entregaron al gobernador Néstor Kirchner de la provincia de Santa Cruz cientos de millones de dólares en regalías para privatizar la empresa estatal YPF (1992). No se sabe adónde fueron a parar. Posteriormente la presidente Cristina Kirchner (2012) en una operación plena de fundadas sospechas, compró a sus dueños privados la compañía para… estatizarla de vuelta. En Uruguay, país no productor, en el despropósito más grande de su historia, Ancap, compradora de petróleo y refinadora del mismo en régimen monopólico, dio una quiebra de 800 millones de dólares, y el gobierno del presidente Vázquez sin investigar responsabilidades la recapitalizó con más de 600 millones de dólares del pueblo. Trabajo, producción y pueblo pagamos el agujero con fiscalazos e impuestos encubiertos en los precios de Ancap y UTE.

La culpa ¿es del imperialismo?

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