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Papeles, papeles...

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Un mito relevante es el valor del papel moneda. El ser humano, organizado en grupos, vivió por siglos de la caza y la pesca, el pastoreo y la agricultura, y de otras realidades materiales que le sirvieron de sustento.

Un mito relevante es el valor del papel moneda. El ser humano, organizado en grupos, vivió por siglos de la caza y la pesca, el pastoreo y la agricultura, y de otras realidades materiales que le sirvieron de sustento.

El intercambio de bienes y tareas se rigió originalmente por el trueque de cosas. En determinado momento, algunas cosas no perecederas, especialmente metales como el oro, la plata y el cobre, fuera en lingotes o amonedado, pasaron a ser considerados como unidades de valor y con posibilidades de ser utilizados como ahorro. Durante la Edad Media, en Occidente, la proliferación de monedas llevó a la aparición de especialistas: los cambistas y los bancos.

Los metales hacían dificultosa su tenencia y por razones de seguridad se hizo común recurrir a los orfebres, que trabajaban con materiales valiosos y tenían instalaciones para la seguridad de los mismos, para que cuidaran los ahorros de los tenedores de reservas. A cambio, los orfebres extendían un documento en el que se decía cual era el material y la cantidad que les habían dado los particulares en custodia. Con el documento, el dueño de lingotes o monedas los podía retirar. El metal de mayor aprecio fue el oro. Su durabilidad está garantizada y su producción siempre ha sido limitada (se estima que hay en el mundo aproximadamente 174.000 toneladas de oro).

Se hizo frecuente que el documento de recibo del material precioso se usase para cancelar cuentas, cediéndose mediante endoso. A su vez, los orfebres advirtieron que solo una parte reducida de los depositantes retiraba su pertenencia metálica, y entonces comenzaron a emitir documentos respaldados por los metales en su posesión y a cobrar interés por los préstamos que celebraban. Así, se establecieron los primeros bancos de emisión con respaldo en oro, y el patrón oro llegó con el tiempo a ser el sostén de la emisión de moneda de los Estados. Los billetes eran convertibles por el oro que les respaldaba. O sea, que quien tuviese un billete, podía en cualquier momento cambiarlo por el oro que representaba.

La proliferación desordenada de bancos, quiebras y la existencia de muchas monedas, llevaron al establecimiento de los bancos centrales que en principio fueron privados, tarea que tuvo en su vanguardia a la familia Rothschild. Con bancos centrales en distintos Estados europeos en tiempos napoleónicos (1800), se ocuparon de la emisión y del préstamo de dinero a los gobiernos. Un proceso similar llevó al establecimiento del Sistema de Reserva Federal de los Estados Unidos de América (la FED), que es una institución privada de la que son socios aproximadamente una docena de grandes bancos. Cuando el gobierno del norte quiere dólares, emite bonos a favor de la FED con determinada tasa de interés. Históricamente el dólar ha sido moneda obligatoria de uso comercial en el mundo. Tuvo respaldo en oro, y los billetes podían canjearse por el metal que representaban. En 1971, con la fundada sospecha de que la emisión en dólares superaba ampliamente el respaldo en oro que se suponía tenían, el presidente francés Charles de Gaulle, dijo que cambiaría los dólares que Francia recibiese por oro. El presidente americano Richard Nixon suprimió la convertibilidad, por lo que hoy el respaldo del billete verde es nulo. Es solo un papel al que por distintas razones, la humanidad le asigna un valor del que en realidad carece.

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Ricardo Reilly Salaverri

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