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Orejas de burro

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Una línea educativa contemporánea considera que si un estudiante -por ejemplo de primaria- responde que 2+2 son 7, merece exonerarse.

Al fin y al cabo es competente: erró solo por 3.

Supo ser distinto. Al que erraba se le castigaba. Lo conocieron nuestros bisabuelos y abuelos, la escuela se regía por aquello de que “la letra con sangre entra”. Si había mala conducta, incapacidad o desidia, se descargaban palmetas en las manos o se ponía al inepto un breve gorrito con largas orejas de burro.

En los complacientes tiempos corrientes imaginaré un castigo de orejas de burro aplicado a temas burocráticos y municipales.

Campo de prueba: Intendencia Municipal de Montevideo.

Primer examen a evaluar: la basura. Hace 26 años que van de Vázquez a Martínez intendentes. Perdieron la materia el primer año. Repitieron y repitieron y siguen repitiendo. Convengamos que la ciudadanía, según el viejo método, tiene el derecho de ponerles las orejas de burro. Hasta Ma

Una línea educativa contemporánea considera que si un estudiante -por ejemplo de primaria- responde que 2+2 son 7, merece exonerarse.

Al fin y al cabo es competente: erró solo por 3.

Supo ser distinto. Al que erraba se le castigaba. Lo conocieron nuestros bisabuelos y abuelos, la escuela se regía por aquello de que “la letra con sangre entra”. Si había mala conducta, incapacidad o desidia, se descargaban palmetas en las manos o se ponía al inepto un breve gorrito con largas orejas de burro.

En los complacientes tiempos corrientes imaginaré un castigo de orejas de burro aplicado a temas burocráticos y municipales.

Campo de prueba: Intendencia Municipal de Montevideo.

Primer examen a evaluar: la basura. Hace 26 años que van de Vázquez a Martínez intendentes. Perdieron la materia el primer año. Repitieron y repitieron y siguen repitiendo. Convengamos que la ciudadanía, según el viejo método, tiene el derecho de ponerles las orejas de burro. Hasta Martínez ya se ganó su rincón.

Segundo examen: el transporte capitalino. Se elegirá al taxi. Parece fácil dar rotundas rebajas tributarias y traer a Montevideo los mejores y más cómodos coches del mundo. ¿Recuerdan los extinguidos Mercedes Benz de otrora? Dejaré de lado al aseo, el manejo sensato, el trato; pasaré a la comodidad. La muralla “achata narices” es inamovible. La exigencia de vehículos en días de lluvia y fines de semana y noches, no cabe. La computarización de pedidos de servicio es cosa de UBER. Promedialmente los coches son latas de sardinas en los que personas medianas de porte -ni digo lisiados- deben hacer piruetas para entrar y salir.

Ciudadanos: convengamos en otras merecidas orejas de burro.

Municipio, patronal y sindicato del taxímetro se sacan chispas. Un par para cada uno será justicia.

Tercer examen: estacionamiento y circulación de vehículos. En ciudades organizadas ante el alud de nuevos vehículos, se estimula la construcción de vías y autopistas, de trayectos más largos que el recorrido común pero ágiles. Acá en circulación bastan dos palabras: “Corredor Garzón”. También se estimula y facilita la construcción de estacionamientos prolijos y cómodos. Nuestras autoridades: nos dan en estacionamiento un “arreglate como piojo en costura”, servido por una plaga de atrevidos y malentrazados “cuidacoches”. Conclusión: más orejas para nuestros costosos y chatos administradores frentistas, empleados de Adeom.

Pero... se dice “la gente los vota”. ¿Orejas para la gente? Debe convenirse que el ciudadano vota lo que tiene a la vista. Miremos a la oposición del gobierno “progresista”. Lo hecho con la Concertación en las últimas elecciones fue un desastre. La posibilidad de sumar votos con varios candidatos se desaprovechó totalmente. Gente que debía haber sido nominada no lo fue. Orejas en este caso: no se le deben dar a los vecinos sino a la oposición.

Este Montevideo decadente, con impuestos inmobiliarios abusivos y patentes de rodado delirantes, con dos millones de dólares de ingresos diarios y ¡en bancarrota!, es un monumento a la incapacidad y el acomodo. Sería simbólicamente coherente sacar al epicúreo gordo celeste en cueros de la rambla y poner en su lugar... un par gigante de representativas orejas de burro. Celestes. Ha lugar.

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Ricardo Reilly Salaverri

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