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L´Ordine nuovo (1)

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Gobiernos autoritarios y populistas, sometimiento del Poder Judicial al gobierno, violación generalizada de los derechos humanos, delincuencia desatada, leyes de medios violadoras de la libertad de prensa, represión de las minorías, promoción de la marihuana, aborto libre, respaldo al mal llamado “matrimonio” homosexual, destrucción de los aparatos productivos en manos de particulares e ineficientes gestiones asumidas en su lugar por el Estado, y muchas cosas más, se repiten al sur del Río Bravo de forma monocorde.

Gobiernos autoritarios y populistas, sometimiento del Poder Judicial al gobierno, violación generalizada de los derechos humanos, delincuencia desatada, leyes de medios violadoras de la libertad de prensa, represión de las minorías, promoción de la marihuana, aborto libre, respaldo al mal llamado “matrimonio” homosexual, destrucción de los aparatos productivos en manos de particulares e ineficientes gestiones asumidas en su lugar por el Estado, y muchas cosas más, se repiten al sur del Río Bravo de forma monocorde.

Siendo selectivos y breves, trataremos con lenguaje coloquial temas que surgen de elucubraciones intelectuales de lenguaje obtuso.

Al norte del continente, Estados Unidos y Canadá se encuentran en la vanguardia del mundo.

Estados Unidos de América con sus luces y sombras, sus políticas internacionales -criticadas muchas veces con razón indiscutible- nacidas de su posición dominante en el globo, mantiene la producción de una cuarta parte de la riqueza planetaria y domina, sin rivales a la vista, la innovación científica y tecnológica, seguido a larga distancia, especialmente en electrónica y robótica por Japón y Corea.

Esto último revela su capacidad innovadora incomparable y la razón primera de su potencialidad. Intervenciones en países latinoamericanos vecinos, incluso militares en el pasado, le han ganado el calificativo de “imperialista”, y el imperialismo ha sido durante años la razón de ser de una descalificación de espontánea expresión en América Latina.

América Latina por su parte, presenta un panorama variopinto, con problemas indígenas, desigualdades sociales, gobiernos promedialmente ineptos y normalmente corruptos (hay excepciones), y dificultades para progresar, aun en tiempos en los que, como ha sucedido en los últimos diez años de la mano de los precios de las materias primas, hubo oportunidades nunca vistas para un salto adelante.

Pero resulta que la culpa, no es de los Chávez, los Maduro, los Kirchner y sus pares, sino del Imperio. Curiosamente, México con una relación económica y comercial abierta con su gran vecino “imperialista”, ha conseguido merced a ella un avance notable, en todas las áreas que hacen al interés nacional de sus conciudadanos. Y Venezuela, saqueada y quebrada por el chavismo, tiene miles de estaciones de servicio de nafta instaladas en tierras del Gran Colonizador.

Una segunda apreciación básica hace a una arbitraria división de los sistemas políticos en dos grandes órdenes, que admiten categorías intermedias. La referencia es a Occidente, asentado en su milenaria experiencia y tradición judeo-cristiana, greco-latina, romana, que -a partir del pensamiento de Aristóteles- nos enseña que hay tres formas de gobierno.

La monarquía -el gobierno de uno con sentido de bien común- la aristocracia, el gobierno de los mejores, y la democracia, el gobierno de todos. Que tienen su paralelas patologías: la tiranía, la oligarquía cuando pocos se adueñan de la vida, hacienda de los súbditos y la demagogia que hoy llamamos populismo, respectivamente.

Nuestro país fue una excepción democrática, solidaria e ilustrada en América Latina, que sin embargo hoy está alcanzado por los tentáculos de “L´ordine nuovo” promovido por el comunista italiano Gramsci, autor de la doctrina madre del Foro de San Pablo.

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Ricardo Reilly Salaverri

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