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Orden de destruir

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RICARDO REILLY SALAVERRI
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El malón del comunismo dirigido desde el Kremlin ruso y la criminal acción tupamara propiciada desde La Habana castrista desatado a comienzos de 1960 quiso arrasar al país y sus libertades.

De forma sofisticada sus mentores decían las “condiciones objetivas” estaban dadas y que había que impulsar las “condiciones subjetivas”. Traducidas a criollo significaba “el país está mal, el pueblo tiene dificultades, hay que agitar y agravar las dificultades, impulsar el descontento y con ello nos hacemos del poder”.

Dos expresiones de aquel tiempo me surgen rápidamente. Una se ubica en el bar “Sportman” viejo de 18 de julio y Tristán Narvaja. Frente a la Universidad estatal. En una mesa de café con presencia extendida, estaban dos dirigentes herreristas de la generación de mis padres: Mario Heber y Carlitos Árraga. Recuerdo haber teorizado sobre las razones del caos. Carlitos me dijo sabiamente con referencia al malón: “Ricardo, no te rompas la cabeza con teorías, estos lo que quieren es agarrar el poder para ellos”. La otra, pertenece a un gran ser humano el por entonces embajador inglés Geoffrey Jackson. Era amigo de mi familia. Se movilizaba con custodia desarmada.

En un acto de cobardía incalificable le secuestraron los tupamaros y arrojaron por largo tiempo en un diminuto foso inmundo, dándole alimentación precaria. En libro de su autoría sobre tan inhumana experiencia comenta que una mujer encapuchada le repetía elementales monsergas de espíritu “revolucionario”. Cuenta Jackson la carcelera desconocía los terroristas habían descubierto un principio viejo como la humanidad que reza: “el fin justifica los medios”. Base del despotismo cualquiera sea su nombre (fascismo, nazismo, comunismo, o variopintas “cepas” populistas latinoamericanas). Nunca debe olvidarse que el ataque “ideológico” a las instituciones libres, como la serpiente mitológica y venenosa griega de mil cabezas cuando pierden una la sustituyen multiplicándola por dos.

El Frente Amplio es hoy una organización dedicada a sembrar derrotismo. En ello se inscribe juntar firmas engañosamente para plebiscitar la LUC sin más argumentos que desestabilizar al gobierno nacional. Lo último del hacer disolvente es la desorbitada barricada de un grupo ideológico de médicos instalados en la dirigencia de su sindicato. Particularmente el comunismo al perder las elecciones nacionales fue desplazado del control del Ministerio de Salud Pública. El gobierno entrante buscó corregir carencias y cambió como era de esperar a titulares de cargos de confianza. En plena pandemia otros muchos directores del mismo pelo ideológico renunciaron súbitamente abandonando sus cargos. Esta pérdida de poder es la verdadera causa de las protestas públicas de los sindicalistas del gremio, ajenas al interés popular.

Recuérdese que entre otras actitudes habían pedido autorización para importar un millón de dosis de la vacuna Sputnik rusa cuando no estaba reconocida científicamente en el mundo por ningún centro respetable. Y ni siquiera Rusia la fabricaba a granel (a Argentina le prometieron 10.000.000 de dosis para diciembre 2020 y hasta ahora las están esperando). El escándalo y amenazas de denuncias contra el país que hoy se agitan son un absurdo. Desarrollado cuando avanzamos raudamente entre los primeros del mundo en el proceso de vacunación. Ante el malévolo malón que se repite recordemos a Jorge Larrañaga.

“Hay orden de no aflojar”.

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