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La Omertá

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Un oscuro rincón, de un oscuro boliche. -“¡Shhhh!”- susurraba uno.

Un oscuro rincón, de un oscuro boliche. -“¡Shhhh!”- susurraba uno.

-¡Es que con Pluna, el circo Arena, el corredor Garzón, la monstruosidad de Ancap…, es un buraco sorprendente que ensombrece hasta al fabuloso mago David Copperfield- respondía otro.

-“¡Shhh!”- el dedo índice en la boca emulaba al de la enfermera en los centros de asistencia- ¿sos o no sos frentista? ¿Querés que nos quedemos sin curros? ¡Shhh! Acordate que el hampa no habla...”.

-“Por supuesto que me acuerdo, tengo que acomodar urgente al novio de mi hija”. El silencio se hizo dueño del lugar. “El novio”, buena conducta mediante, del posible suegro obtendrá algún carguito más que sumará al de los 60.000 empleados públicos designados a dedo en los últimos 11 años. Y si se tiene reserva, un adicto “socialista” bien aspectado, capaz que se consigue para el novio de la hija un puestito de confianza, con despacho ejecutivo, secretaría, coche con chófer y viajes de placer, fundados en importantes razones “oficiales”.

La “omertá” mafiosa, silencio cómplice, sostiene a la organización. El fantasma de Mario Puzo sobrevuela el ambiente. Puzo denunció en su célebre literatura a la mafia siciliana, de proyección italiana y norteamericana, lo que novelado en El Padrino, le dio merecida fama.

Conozco, como cualquier uruguayo del común, que el msilencio es el alma que cobija al encubrimiento político del dolo más grande desde la Colonia española a nuestros días. Ancap. La verdad duele. Y, para la tropa progre-comunista, lo mejor es ponerle anestesia.

Una cosa es el pueblo que vive de lo cotidiano, que presta su adhesión y vota, pero otra es la dirigencia política, que cuando es gobierno es la que hace y deshace respecto del destino común. Un gobierno y un presidente honesto, ante la cadena de sobreprecios de obra descomunales, los pagos a intermediarios petroleros por no hacer nada, la fiestita de 360 mil dólares, la agencia de publicidad puesta a dedo que ideó una publicidad para nuestro ente petrolero que el señor Sendic hizo suya en la campaña electoral, y tantas cosas más, lo primero que debía hacer era separar de sus cargos a todos los responsables del desmadre y poner una auditoría insospechable para que determinase adónde fueron a parar los frutos de la producción y el trabajo nacional. Se optó por la “omertá” siciliana. Acá no ha pasado nada.

Todos los descalabros magnos de los que hoy Ancap es buque insignia -hay muchos más- tienen consecuencias tremendas sobre el destino nacional, sobre los seres humanos uruguayos. Se llama educación, salud, vivienda, impuestos exorbitantes para encubrir los destrozos del hampa oficialista… Obra del tridente -distinto al del Barcelona- es el de acá: Vázquez, Mujica y Astori.

Los dirigentes frenteamplistas todos, absolutamente todos, no hay excusas excluyentes, son encubridores de acuerdo al concepto más elemental del pensamiento penal. Ante hechos monstruosos con olor a delito, se han conjurado para silenciarlos. Parlamento patético de mano alzada sin alma. Eso se llama la nafta más cara del mundo, la electricidad más cara del mundo, más impuestos y… lo más triste: el 50 por ciento de los niños menores de 10 años por debajo del nivel de pobreza. La educación pública no funciona, y Bonomi vive en su país de las maravillas.

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Ricardo Reilly Salaverri

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