Publicidad

Navidad y papá Charles

Compartir esta noticia
SEGUIR
RICARDO REILLY SALAVERRI
Introduzca el texto aquí

El primer párrafo debe ser informativo. Mucha gente es consciente de lo que pasa en el mundo y el país pero… siempre hay ciudadanos de Babia. Convivimos con una pandemia planetaria inédita.

Decenas de millones están enfermos, más de un millón han muerto, el crecimiento de contagios no para, y en ese homérico escenario la República Oriental del Uruguay revista entre los pocos estados que mejor han hecho las cosas, aunque hoy se está dando vuelta la taba. Todo depende de la responsabilidad de la población para frenar el crecimiento de contagios.

El castigo más severo económicamente lo carga el sector privado. Los empleados públicos -dejando fuera al personal de la salud, soldados y policías- son en esto promedialmente privilegiados. A fin de mes pasan por ventanilla y sueldo y beneficios sociales están asegurados. Al tiempo que han cerrado centenas de empresas privadas total y parcialmente, muchas no reabrirán, y consecuentemente el desempleo ha aumentado. El Estado -a su vez- percibe menor recaudación por impuestos. El azote llega a un país que desde 2014 no ha crecido económicamente. A marzo de 2020, al asumir la presidencia el Dr. Luis Lacalle Pou, respaldado por una coalición nacional, republicana y multicolor, la desocupación se acrecía y habían 400.000 trabajadores en negro sobre quienes más acelerada y pesadamente se ha descargado el estancamiento actual.

Al cambiar en marzo el gobierno más allá del despilfarro de dineros públicos -miles de millones de dólares- sin precedentes históricos, el déficit de las finanzas públicas del Estado central y el endeudamiento externo del país, se expresaban en cifras, nunca vistas. Los artífices de este despropósito -ciudadanos de Babia- ante lo monumental del panorama que han legado podrían lucir algo de solidaridad patria y espíritu de colaboración. Sin embargo se les nota muy ocupados. Promoviendo un plebiscito contra la Ley de Urgente Consideración. Están a favor del delito y el desorden público, y de la decadencia del sistema de educación pública. Creen todo debe seguir languideciendo como estaba. Y, en la ley de presupuesto a estudio parlamentario, que analiza los ingresos y gastos del Estado por los próximos cinco años, se proclaman dioses de la generosidad. Hay que repartir panes y peces que no existen llevando al Estado a una bancarrota total. Son guiñadas de demagogo para la tribuna. El portavoz principal es un señor Charles vocero frentista parlamentario. Proclama regalos para el pueblo, que naturalmente no pagará de su bolsillo. Por eso este año si lo de Papá Noel está dudoso: tranquilidad. Serán estas las navidades de Papá Charles.

La economía agropecuaria -perseguida y despreciada por el frenteamplismo durante su gestión- aparece como uno de los soportes sólidos para sostener una recuperación futura lenta y trabajosa. Y, con sello nacional, nunca se clausuraron totalmente las actividades educativas y las de industria, comercio y servicios. La asistencia social -a su vez- se ha multiplicado y la ciudadanía sabe que el gobierno nacional tenderá su brazo solidario hasta los extremos más apartados de la humanidad oriental. Agotando todas las posibilidades. Actualmente la expansión del virus crece. No perdona ni a mendigos ni a príncipes.

Aunque Papá Charles -ma-go generoso- lo ignore.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

premiumRicardo Reilly Salaverri

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad