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Matusalén ¡vive!

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Ricardo Reilly Salaverri
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Matusalén fue el octavo patriarca antediluviano, el Génesis dixit y cuenta que vivió 969 años, pero, datos de último momento rezan que sigue vivo. Fue visto en una reunión de sindicalistas del Pit-Cnt, el pasado 1º de mayo. Dicen está algo chocho, pero que aplaudía a rabiar.

Especialmente al escuchar que los problemas del país, y la postración de productores y exportadores en general con un dólar planchado por los desaguisados del "equipo eco-nómico", y pequeñeces tales como el afane a todos los consumidores en combustibles y electricidad, es culpa del gran bonete.

Steve Jobs, norteamericano y genio revolucionario de esos que transforman para mejor la vida humana, cuando en un austero garaje y sin más riqueza que sus ideas y capacidad de ejecución, planeaba con un escueto equipo la modernización de las computadoras personales, al imaginar las primeras innovaciones a realizar dijo a un socio: "Primero fue la rueda, después la revolución industrial y ahora nosotros". Es exagerado porque desde la máquina de vapor en adelante, a fines del siglo XVIII, en las últimas décadas de la humanidad y hoy en día, se vive en una renovación tecnológica constante en todos los terrenos de la vida humana.

Lo que es innegable es que con las primeras máquinas, la concentración de capitales disponibles en la Europa rural de aquel tiempo por varias causas, y la ambición humana, aparecieron las grandes fábricas que destruyeron la economía artesanal hasta entonces dominante y con migraciones masivas del campo a las ciudades, surgió en Europa, con mayor o menor intensidad según las regiones, una explotación dramática del trabajo dependiente, que no perdonaba ni a mujeres ni a niños.

En tal escenario, surgieron las coaliciones de obreros, los sindicatos, y prédicas reivindicadoras de distinto origen. Entre ellas destacan la encícli- ca Rerum Novarum del papa León XIII (1891), que pregonaba transformar los establecimientos industriales en una comunidad de vida de dueños y empleados, con distribución justa de la riqueza generada; y el "Manifiesto del Partido Comunista" de Marx y Engels (1848), promotor de la lucha de clases para llegar al socialismo y declamador de profecías que la Historia ha sepultado. Lo que sobrevive de esto último son los crímenes multitudinarios y las sociedades derrumbadas naturalmente a partir de la desaparición de la Unión Soviética. La vigencia de este credo entre los despistados sindicalistas del Pit-Cnt en la tenida citada, es algo que también emocionaba intensamente a Matusalén. Le parecía que el tiempo no pasa nunca, y por ello se sentía en familia.

En las artes y las ciencias, el trabajo y los negocios para mejorar se mira necesariamente a quienes van en la vanguardia de las realizaciones. Es el motor del progreso de un mundo con 7.000 millones de habitantes, que con sus penurias y enfrentamientos menores a los del antaño cercano, se aproxima a una jornada de automatización en la producción de bienes y servicios, al mismo tiempo que la extensión de la expectativa de vida y la atenuación del hambre en el globo son realidad. Los países de avanzada, con mejor calidad de existencia no surgen de luchas ideológicas artificiales sin sentido, sino del intercambio de ideas y la coexistencia inteligente y en paz de emprendedores, de empresarios y de empleados subordinados. Irrefutable, a pesar de Matusalén.

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