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Lago de los cisnes

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ricardo reilly salaverri
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La energía acumulada en un día luminoso, con temperatura agradable, deporte y ratos con personas de buena onda se diluye si se atiende a los informativos nocturnos. Popurrí de crónica roja, accidentes fatales, encuestas inconstrastables y malas ondas surtidas.

En las últimas abunda la intervención monotemática de dirigentes de “izquierda”. Oligarquía, imperialismo, socialismo, lucha, hambre, huelga, etc., son latiguillo que confirma el aserto que dice: “No hay nadie más amargado que un frentista contento”. En línea, cuando la Nasa con una nave “kamikaze” ha desviado la trayectoria de un asteroide previendo proteger el futuro del planeta, el sindicalismo militante vernáculo registra estándares antihistóricos en la educación pública de niños y adolescentes.

El libro “El Cisne Negro”; de Nassim N. Taleb, trata del “impacto de lo altamente improbable” (ed. Espasa, 2007; reedics. varias) y se inicia recordando cómo hasta el descubrimiento de Australia, en el Viejo Mundo se creía que todos los cisnes eran blancos. Pasa entonces a considerar al Cisne Negro -con mayúscula- entendiendo como tal a un suceso raro, del que no se tenía conciencia que podía ocurrir; que a diferencia de la existencia del ave produce un alto impacto; y al que los humanos encontramos explicación después que ha ocurrido.

Dejando a un lado inventos insoslayables como la rueda, la luz eléctrica y millones más- y yendo a lo contemporáneo, se recordará que Internet -creada en 1947 por los Estados Unidos durante la Guerra Fría- abrió paso a una nueva comunicación entre personas que se encontraban a distancia las unas de las otras. El g-mail fue de sus primeras derivaciones relevantes. Le siguieron las redes sociales, Twitter, Apple, Google, Facebook, Amazon y similares. Son todos casos de Cisne Negro. Producto de fantásticos creadores, en algunos casos poseedores de recursos materiales escasos, que al aparecer en escena revolucionaron la vida humana innovando a partir del uso de recursos científicos. Impulsando el surgimiento de empresas tecnológicas, cúspide planetaria en emprendimientos.

Nos han conducido a la “sociedad del conocimiento” servida mundialmente por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El plan Ceibal -en nuestro país- cobró cuerpo durante el gobierno del Dr. Tabaré Vázquez (2006). Consiste en facilitar computadoras y el conocimiento de su uso a niños, y fue impulsada desde el célebre MIT, o sea desde el “Instituto Tecnológico de Massachusetts”, de Estados Unidos. Lo primero fue la sorpresa para muchos -entre los que me cuento- al advertir se desarrollaba por Vázquez sostenidamente lo expresado eludiendo la Inquisición de su ideológicamente dinosáurica fuerza política. Lo otro, que generaba dudas era cobrase cuerpo la iniciativa en un país en el que la educación pública se encontraba en decadencia sin freno, con severas carencias en lenguaje y matemáticas.

Nadie puede dudar que la educación pública mayoritaria en el país en la era del conocimiento necesita un cambio, en lo que están aplicadas las autoridades del sector empezando por la Anep. Y es inexplicable los sindicalistas de la educación -parte gravitante del problema- presenten desaforada oposición a la reforma educativa en curso.

Cavando una grieta cultural cada vez más grande entre quienes estudian en la educación pública y quienes lo hacen en la privada.

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