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Igual que Hércules

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Las relaciones con nuestro vecinos regionales inciden directamente en el diario acontecer. Así, el proceso eleccionario argentino, incógnita en proceso de respuesta, será parte de nuestro destino.

Las relaciones con nuestro vecinos regionales inciden directamente en el diario acontecer. Así, el proceso eleccionario argentino, incógnita en proceso de respuesta, será parte de nuestro destino.

Dejo atrás ensueños de federalismo, patria grande y otros muchos, los cuales hace años nos parecían posibles. Han sido más un sentimiento que una realidad posible, bombardeada por las realidades e intereses nacionales.

La República Argentina tiene todo para ser potencia. Sin embargo a lo largo de la vida la hemos visto alternar con nosotros relaciones oficiales de amor y de odio, su estabilidad institucional reiteradamente ha estado en jaque. Hoy, su gobierno ha cerrado las fronteras, limitado el comercio regional y se maneja internamente dentro de una andanada de denuncias de corrupción y delito, largamente especificadas, especialmente por el periodismo. A las que en vez de investigar, se les resuelve cambiando fiscales y jueces imparciales por otros cuyo mérito es la obsecuencia ante el gobierno. La impunidad ha pasado a ser primera regla como respuesta a la denuncia penal.

Por otra parte, se maneja como un auto con el marcador de nafta, de velocidad, de batería y de temperatura alterados y su real situación estadística, económica y social, de reservas, inflación, indigencia, etc., están bajo duda permanente. No es forma previsible de conducir ni un auto, ni un país.

Brasil, en este ejercicio de gobierno va a ver decrecer su producto, su riqueza, sus realidades sociales, y los gobiernos del Partido de los Trabajadores han sobrevivido bajo el sucesivo mandato de Lula y Rousseff, con una enorme crisis de popularidad vinculada entre otras cosas al saqueo de miles de millones de dólares. Llevado adelante por funcionarios gubernamentales y poderosos empresarios. Que han derivado así, buena parte de los dineros del pueblo hacia sus arcas personales de forma literalmente descomunal. Pero, a diferencia de Argentina, el Poder Judicial independiente brasileño, viene arrasando con autores y cómplices de la corrupción, que van a parar entre rejas y al menos sobrevive -maltrecho- el principio de que el crimen no paga. Y, que la mala y dolosa administración del Estado no lesiona a una burocracia estratósferica, sino a la educación, la salud, la seguridad y otras necesidades públicas, de sociedades de carne y hueso.

El Mercosur fue un ómnibus que pasó. Comenzó promisoriamente con crecimiento del intercambio de bienes entre sus firmantes originales y quienes creímos en un porvenir con sueños mediatos de un mercado común, pronto vimos desmoronarse la ilusión hasta el momento actual.

Muchas veces escuché en ambientes continentales la diferencia entre Estados Unidos, primera potencia mundial, con sus 50 estados bajo forma federal y mercado común y la fortaleza que ello le ha dado. Como símbolo elegiría al Río Misisipí. Pasa por 5 estados. Lo recorrí parcialmente embarcando en Nueva Orleans próximo a su desembocadura y veía sucederse puertos y actividad humana y económica libre, a un lado y a otro. Nosotros, al Sur no hemos sido capaces ni de hacer una vía fluvial libre y bien transitable y seguimos enfrascados en coloniales luchas de puertos.

El general Fructuoso Rivera dijo con acierto: “El Estado Oriental existe, pero su cuna es como la de Hércules. Dos serpientes la rodean…” (Rivera el caudillo oriental”, Dante Buonomo; Inst. Gral. Rivera; 2011).

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Ricardo Reilly Salaverri

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